Gracias a La Primera, pudo conocerse de la respuesta de su ilustrísima, Javier Pérez de Cuéllar, al candidato presidencial aprista Alan García. Como se recuerda, dos o tres semanas atrás, García afirmó que don Javier dio la razón a Chile en una supuesta delimitación marítima, tema que no existe, como sostiene, con amplia razón, la Cancillería del Perú. Pudiérase pensar que el diplomático se tomó su tiempo para averiguar y refrescar conocimientos de yerros recientes y antiguos. Sin embargo, sus expresiones suscitan múltiples reflexiones. Y dudas.

Primero: son dos los juegos de notas reversales que, entre 1968-69, Perú intercambió con Chile, cuando él se desempeñaba como Secretario General de la Cancillería.

Segundo: ¿se creerá el cuento nazi, don Javier, que estos bárbaros cumplían órdenes en su solución final? El ha dicho que cumplió órdenes, lo que traduciría la anuente actitud de un burócrata convenido y entreguista, porque un patriota que ve que la heredad nacional puede ser puesta en tela de juicio ¡se va por renuncia del cargo, de modo inmediato! y NO coquetea con el gobierno de facto y ¡mucho menos repudia la historia patria!

Tercero: si no recuerda el contenido de las notas o los documentos, esto comporta un emplazamiento tácito a Torre Tagle para que las revele de inmediato por ser de interés nacional y porque lo exige la soberanía popular, la única, al fin de cuentas, que puede decidir acerca de cualquier cesión de territorio.

Cuarto: sostener que en ese momento (¿cuál, se pregunta la ciudadanía?) la condición de garante de Chile respecto al problema con el Ecuador que obligaba a la circunspección antipatriótica, equivale a condenar la política oficial de la Cancillería, de la que él es parte, por su miopía présbita y torpe de aceptar a Chile como país garante del contencioso limítrofe con Ecuador en circunstancias que faltaba ejecutar el Artículo V del Tratado del 3 de junio de 1929 y podía plantearse un problema de delimitación marítima con Chile. ¿Quién puede explicar esta larga y bárbaramente condenable lista de errores, uno tras otro?

Que el resto de medios, con la honorable excepción mencionada, hubiesen callado, o que el señor García Pérez decline hoy la aclaración total de una de sus más delicadas expresiones públicas, es un tema que ya no está en discusión porque Pérez de Cuéllar ha respondido con evasivas y confusiones, malabares que no mellan el fondo mismo del asunto, por tanto, para la salud democrática del Perú, se impone el conocimiento exhaustivo de qué ocurrió y qué se dice en esas notas reversales que el embajador afirma no recordar. ¿De qué habla entonces?

La Cancillería peruana, por boca de su titular, Oscar Maúrtua, ha dicho y reiterado que el asunto de delimitación marítima con Chile es un tema aún pendiente porque no existe esa línea fronteriza en el Mar de Grau con el vecino del sur. Si alguien, por colaboracionismo acomodaticio, traición o felonía dijera o firmase lo contrario, incurre en la comisión de hechos contra la patria y esto merece ser conocido in extenso y documentalmente por el país.

¿Qué dicen los otros candidatos presidenciales? ¿O van a practicar la abominable costumbre de no opinar porque “no conocen”? ¿Es que los asuntos de Estado que implican cesiones de territorio o connivencias presumiblemente traidoras a favor de otros Estados, no es un debate que toca las íntimas fibras de nuestra historia?

Pérez de Cuéllar al responder a García Pérez, en medio de vericuetos y usos diplomáticos que destilan grandilocuencia y cáscara que no fondo ni savia, ha reconocido que en este acápite hay cosas oscuras y que todos deben conocer. ¡Lo antes posible!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!