Alfredo Palacio termina este año y 7 meses de su Gobierno con paralizaciones que han conmocionado a los ecuatorianos, principalmente por la contundencia, la creatividad e iniciativa de las provincias que han demandado recursos económicos para sus gobiernos locales. Este es el caso de Manabí, Orellana y Sucumbíos, Esmeraldas, y las últimas tres provincias del Sur: Loja, Zamora Chinchipe y El Oro. Y en el 2006 esta tendencia se mantendrá, o hasta se puede profundizar, puesto que el Gobierno enfrentará serios problemas para cumplir con las ofertas que ha hecho y las que seguramente tendrá que hacer para evitar nuevas y grandes paralizaciones.

Solo por citar un ejemplo: las provincias centrales de Cotopaxi y Tungurahua buscan del Gobierno el compromiso de que cumplirá con los recursos ofrecidos para obras básicas. En Tungurahua incluso hablan ya de la posibilidad de ir a un paro provincial “con un impacto nacional”.

Es un momento en que las provincias, ante la desatención constante de los gobiernos de turno y los ofrecimientos incumplidos por parte de sus principales autoridades, han buscado la manera de presionar y hacer sentir su unión, y están obligando a que el debate político aterrice en los problemas reales de la gente.

En el mes de julio la capital de Manabí, Portoviejo, y 18 cantones de los 22 que conforman esta provincia paralizaron sus actividades indefinidamente. Los portovejenses liderados por su alcaldesa, Patricia Briones, exigían obras para el cantón que se han venido postergando desde hace años atrás, como son: vialidad, agua potable y alcantarillado; finalmente el Gobierno tuvo que doblegarse y enviar a una delegación gubernamental para llegar a un acuerdo y concretar las obras en Portoviejo.

El descontento continuó con el paro biprovincial de Orellana y Sucumbíos, que interrumpió la producción petrolera del país y obligó a firmar a varios ministros de Estado un voluminoso documento en el que se pedía cumplir con temas en la salud, educación, electricidad, agropecuarios, la terminación de los contratos con las compañías Occidental y Encana, entre otros. Las provincias petroleras han soportado el olvido de los gobiernos a pesar de ser poseedoras de esta mina de oro que nunca les ha significado progreso, sino por el contrario pobreza y contaminación. Las petroleras tuvieron que retroceder en sus planteamientos y prevaleció la defensa de la soberanía y dignidad ante las compañías petroleras.

El último paro que llamó la atención y solidaridad de los ecuatorianos fue el de Esmeraldas, una caminata “Por la dignidad de Esmeraldas” que inició el 12 de octubre en esta provincia y finalizó el 24 con la llegada a Quito de 5 000 ecuatorianos; de ellos 400 llegaron a pie, liderados por sus autoridades locales. Sus motivos eran reclamar vialidad, educación, salud y obras de infraestructura básica, planteamientos que son de interés común y que se insertan dentro de una lucha más general por transformaciones estructurales y por la unidad nacional.

A finales del mes de noviembre llegaron a Quito las delegaciones de las provincias del Sur: Loja, Zamora Chinchipe y El Oro. Se reunieron con el Presidente, quién ratificó la asignación de 30 millones para cada una de ellas y la ejecución de diversas obras prioritarias para estas zonas.

Los logros alcanzados por cada uno de estos paros son fruto de la unidad y la lucha conjunta de los pueblos por hacer respetar sus derechos.