Cuando los “institucionalistas” pensaban que con la nueva Corte Suprema de Justicia las agitadas aguas -sobre todo del último año- iban a volver a su cauce, diciembre trajo consigo nuevas sorpresas de inestabilidad. Ni la Corte está legitimada, ni la famosa refundación del país ha encontrado curso en el “consenso” al que las clases poderosos suelen acudir cuando el sistema está en riesgo.
La institucionalidad del Ecuador camina al filo de la navaja. Y en ese caminar, las clases poderosas por un lado, y los pueblos por el otro, pugnan por que la situación se incline a su favor. El imperialismo y la derecha han logrado, pese a todo este escenario, precautelar sus objetivos esenciales.

Quizá el poroto más importante del año para el imperialismo y la oligarquía ecuatoriana es la casi conclusión de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Si bien no se logró la firma final, está claro que los regateos que el Gobierno de Palacio pueda hacer solo serán eso, regateos, porque la idea que vende el jefe negociador es que la firma del TLC es un asunto imprescindible, ineludible para el Ecuador.
Más porotos: los grandes grupos económicos nacionales o transnacionales tienen campo abierto para sus inversiones en el país: no pagarán impuestos de ningún tipo, pues así lo establece la última Ley de Estímulos Tributarios que la alianza Palacio-Nebot logró aprobar.

Y revivió la esperanza por captar los siempre apetecidos negocios de la telefonía fija y la electricidad, que siempre fueron vedados para ellos por la lucha de los pueblos. Con gran desparpajo el Gobierno anunció que las acciones de las empresas estatales Andinatel y Pacifictel saldrán a venta en la bolsa de valores, sin que curse de por medio ningún proceso licitatorio como establecen las leyes. En el Congreso, por su parte, se da trámite a un proyecto de ley económico urgente que busca que el Estado se haga cargo de las deudas que tienen las distribuidoras eléctricas desde abril de 1999 hasta diciembre de 2005, lo cual significaría pagar 874 millones de dólares, que surgen de la diferencia entre las tarifas fijadas por el Conelec y el costo real del servicio (porque la energía que compran las distribuidoras a las generadoras es más cara de lo que ellos la venden a los consumidores). Todo, en función de “sanear” las distribuidoras y “hacerlas atractivas” para la inversión privada, es decir para venderlas a los monopolios nacionales o extranjeros.
Alfredo Palacio también deja un regalo navideño a la transnacional petrolera Occidental, cuando en lugar de declarar la caducidad de su contrato por incumplimientos con el Estado, como era lo obvio y conveniente a los intereses del país, pretende renegociar el contrato, y ha iniciado ya conversaciones con la compañía para ese propósito. Esto se constituiría en una nueva grave afectación a la soberanía y el interés nacional.

El imperialismo tiene garantizado además, como se hizo notorio en el tema de la invasión territorial de militares colombianos en nuestra frontera, la participación en el Plan Colombia. Según parece, la Base de Manta ya no solo es un centro de avanzada, sino de almacenamiento de material bélico de la región, como los misiles bolivianos que habrían llegado recientemente.

Los pueblos, por su parte, cierran este año con una persistente y masiva movilización, en todos los sectores y a todo nivel. Las provincias del Oriente, de la Costa y de la región Sur del país se han levantado con hidalguía a reclamar atención y trato digno a las autoridades.
Y son luchas que parten del Ecuador real que está sumido en una pobreza extrema, que no logra recuperar y menos aún impulsar su producción nacional, autónoma. Un Ecuador que ha aprendido que las conquistas solo son posibles con la lucha, porque los poderosos nunca cederán por voluntad propia.

Se ha aprendido que reconocer nuestra historia de pueblo luchador puede ser crucial en momentos como éste, por ello, frente a la política entreguista en el tema petrolero, nació en noviembre el Frente por la Nacionalización del Petróleo, en el que están quienes siempre pelearon por rescatar este recursos nacional de las garras de las transnacionales, y al que se suman las nuevas generaciones, que están dispuestas a dar una pelea que obtenga victorias.

Así pues, el año cierra con un balance positivo para los pueblos en este aspecto, aunque para el 2006 queda pendiente la reconstrucción de la unidad popular en función de un proyecto político autónomo, de libertad y progreso.