Vuelve a meter la pata la Casa Blanca en su empecinada confrontación con el gobierno cubano al ordenar al Departamento del Tesoro que aplique en todo su rigor la prohibición a los peloteros cubanos a viajar a territorio de Estados Unidos a participar en el torneo Internacional de Base-Ball patrocinado por las Grandes Ligas al que está invitado el equipo cubano, sin lugar a dudas el mejor del mundo.

Una serie mundial de Base-Ball sin la participación de Cuba es como pretender cocinar un arroz con pollo sin pollo.

La medida no podía ser más estúpida- no cabe otra palabra- porque agredir de forma tan absurda a los millones de norteamericanos fanáticos de un deporte como el Base-Ball, ha provocado no solo la justa indignación tanto en Estados Unidos como en Cuba y los demás países participantes en ese evento deportivo internacional, sino que también hasta la directiva de los equipos de las Grandes Ligas se han sumado a la protesta por considerarla una inadmisible politización del deporte, algo que no se había hecho hasta ahora de manera tan flagrante.

Como siempre, la Casa Blanca asume de nuevo una posición tan fuera de lugar y de elemental sentido común, como es la negativa de Visas a los peloteros cubanos, con el solo propósito de complacer las exigencias de los políticos republicanos de Miami-encabezados por los tres congresistas del sur de La Florida- en unos momentos en que los mas connotados personeros y voceros de la extrema derecha se ven sin respuesta ante las críticas que se le hacen a ellos por no verse complacidos en su empeño de reclamo de libertad para los terroristas Posada Carriles y su «generoso benefactor», Santiago Álvarez, como de manera tan complaciente lo califica lo la prensa local de Miami.

Parece no importarle mucho al Presidente Bush la opinión pública de su país, ni la del resto del mundo con tal de complacer a sus amigos cubanos derechistas de Miami, que exigen castigo tras castigo contra el pueblo de Cuba, aunque sea prohibiendo un juego de pelota, con tal de satisfacer su resentimiento, odio y sed de venganza.

Ni siquiera se ha tenido en cuenta el hecho de que vedar a los atletas cubanos el derecho a viajar a territorio norteamericano- la participación del equipo nacional de Cuba sería en Puerto Rico- pondría en peligro a Estados Unidos de ser rechazado como anfitrión en una futura olimpiada internacional de cualquier otro deporte, como consecuencia de esta medida absurda e irracional.

Alguien con mas sano juicio que los que hasta ahora mal le aconsejan, debiera decirle al Presidente: ¡Mr. Bush a la pelota se juega, pero no se juega con la pelota! ¡Qué no es lo mismo aunque parezca que se escribe igual!