Los mulahs que dirigen Irán desde hace 26 años llevan a cabo una campaña para suprimir cualquier disidencia y apoyar al terrorismo. Estas últimas semanas, es evidente que los esfuerzos internacionales para impedir que Irán dispusiera de un programa atómico fracasaron, y, por consiguiente, Estados Unidos tendrá que manejar una crisis nuclear si no actúa rápido. Hoy día, Irán presenta una gran diferencia entre la clase dirigente hostil al mundo y un pueblo que quiere incorporarse a la comunidad internacional. Sin embargo, el deseo de libertad de los iraníes no ha impedido a sus dirigentes construir un arsenal aterrador.
Irán cuenta ya con misiles capaces de alcanzar Israel, parte de Europa y las tropas estadounidenses en el Medio Oriente. Las democracias del mundo son conscientes en su mayoría del peligro que representaría para el Medio Oriente un Irán dotado de armas nucleares, pero el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) no ha logrado un acuerdo final sobre ese asunto, sin duda debido al temor de una parte de sus miembros de que Teherán abandone el Tratado de No Proliferación. La administración Bush todavía no ha presentado la cuestión iraní al Consejo de Seguridad de la ONU, pues Rusia y China no están dispuestas a incriminar a Teherán.
Hay que entablar negociaciones con nuestros aliados para pedirles que se unan a las sanciones comerciales contra Irán. Es necesario instaurar un embargo internacional sobre todas las tecnologías que Irán pueda utilizar para su programa nuclear. Si eso no funciona, el embargo se podría extender a las ventas de armas y penalizar a los infractores.
Sin régimen de sanciones, los teócratas no negociarán.

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«Reining in Iran», por Bill Frist, Los Angeles Times, 26 de diciembre de 2005.