Pero ¿Cómo lo harán? Su forma de proceder en los últimos 6 años demuestra que, los que se oponen al proyecto bolivariano sólo piensan en sacar a Chávez a sombrerazos del Palacio de Miraflores, pero nunca hablan de propuestas, ni de alternativas. No han logrado en ninguna elección establecer una coalición unitaria capaz de enfrentarse con fuerza a los bolivarianos, su discurso mediático está destinado a criticar las acciones del gobierno, sin proponer una opción distinta. De allí que en Venezuela se hablé de un “oposicionismo”, algo así que podemos traducirlo como gente que se opone por oponerse, como si lo hicieran por deporte.

Contra esos compatriotas oposicionistas, que optaron por el Golpe de Estado, el sabotaje petrolero, el asedio a sedes diplomáticas, la colocación de explosivos, el asesinato de campesinos, la descalificación de los poderes públicos, el ensalzamiento de Estados Unidos y sus propuestas y en resumidas cuentas: el suicidio político; se enfrenta la revolución con el presidente Chávez a la cabeza.

Juegan a la confusión y al mismo tiempo al descrédito. Los oposicionistas dicen que Chávez es populista, pero que cuando la revolución se vaya del poder político continuarán con las misiones. Llaman “pata en el suelo y desdentados” a los chavistas, pero si Chávez se va del poder gobernarán con los pobres. La integración para ellos no es mirar al Sur, tampoco al Norte, sino lo que nos convenga, que en lenguaje adeco se traduce en que es igual pero diferente. Mercosur debe desaparecer, dicen, mientras babean cuando les nombran el Alca.

Ahora, más allá del chiste que supone el razonamiento político de los oposicionistas, sabemos que en su intento de acabar con la revolución bolivariana, este 2006 vienen con todo y es por ello que el presidente Chávez insiste en que el pueblo debe estar “atento, activo y movilizado”. El reto de la nueva institucionalidad revolucionaria, por su parte, es servir efectivamente al pueblo, trascender las formulas burocráticas que la administración pública arrastra del pasado, vencer la corrupción y terminar de abrir las compuertas de la participación.

Pero estas tareas el gobierno debe emprenderlas al tiempo que se mantiene la vigilancia hacia las amenazas que el imperio norteamericano tiende sobre nuestro país. Amenazas que, sabemos, se traducen en violencia, muerte y política de tierra arrasada, aunque el panorama en nuestro continente parece favorecerles menos cada vez ante la escalada de los pueblos por la reivindicación de su dignidad. Afortunadamente, la mayoría de los actores nacionales (lacayos de Estados Unidos) están descubiertos y el pueblo los conoce. Quienes reciben dinero de la Casa Blanca, quienes son los operadores políticos, los reaccionarios, los “escribidores” de oficio en la prensa bastarda y hasta los que hacen oprobioso silencio.

La reelección de Hugo Chávez representa para los rescoldos de los partidos de derecha: la muerte política, la desaparición de la escena pública. Para los imperialistas, seis años más del comandante en el poder: es la despedida de Bush de la Casa Blanca llevando a cuestas la más estruendosa derrota en su intento de fulminar a la revolución bolivariana y el avance de la izquierda en América Latina.

2006 será un año intenso. El pueblo lo sabe, los revolucionarios lo confirman y el gobierno bolivariano debe demostrar que aprendió suficientemente las lecciones del pasado cuando las fuerzas oposicionistas llegaron a colocar a la revolución contra las cuerdas… ¡¡¡Atentos todos!!!