El derrame cerebral que afectó a Ariel Sharon sumió a la política israelí en la mayor agitación. El primer ministro saliente era anunciado como el gran vencedor en las próximas elecciones a la cabeza de su nuevo partido, Kadima. Se trataba de Sharon, quien hizo popular al partido, al seducir a la derecha por su nacionalismo y a la izquierda por su conversión a una estrategia de seguridad que incluía la retirada de Gaza. Sharon era el candidato centrista perfecto, a medio camino entre paloma y halcón.
Sin embargo, su partida no significa que Kadima no vaya a ganar las elecciones. El partido perderá electores sin Sharon, pero ganará otros debido a la simpatía que inspira su suerte. Además, ese partido sigue dirigido por un impresionante triunvirato: Ehud Olmert, Shimon Peres y Shaul Mofaz. Los arbitrajes entre los tres hombres serán difíciles sin Sharon, pero pueden llevar a Kadima a la victoria. Por otra parte, sus adversarios están en posiciones demasiado extremistas para obtener la adhesión del electorado centrista. Los laboristas deberían llegar en segunda posición y aliarse a Kadima. Netanyahu deberá conservar una posición muy a la derecha para afianzar su dominio sobre el Likud y podrá regresar al centro una vez estabilizada su posición, pero no a corto plazo.
Sharon construyó un nuevo consenso nacional basado en el pragmatismo, y ese consenso puede continuar sin él.

Fuente
Korea Herald (Corea del Sur)

«Ariel Sharon’s triumph» por Barry Rubin, Korea Herald, 9 de enero de 2006.