Cuando las momias de la derecha reaccionaria peruana se dan cuenta que crearon un “monstruo” imparable porque éste sintoniza con el rechazo popular hacia un sistema profundamente vil, racista, injusto y asimétrico como el actual, entonces apelan a cualquier cosa para detener un avance que podría, en una sola vuelta, lograr el solio presidencial para Ollanta Humala. Se valen de pobres diablos premunidos de pseudo-razones jurídicas. La idea es promover un desorden de tal magnitud para que intervengan los partidos, las ONGs, la OEA, esa madriguera de paniaguados de cuello y corbata y con el “propósito” que “no se derrumbe la democracia en Perú”. ¡Así de simple!

Si se sube a un taxi o se conversa con el quiosquero de cualquier parte del país, se coligen datos decidores y rotundos: casi todos votan por Humala. No aciertan a definir ni los rudimentos más exiguos de lo que piensa el postulante pero votarán por él. Más que un respaldo a su persona o a su apellido, hay una actitud de repudio y asco sin atenuantes a una “democracia” en que 5% gobierna sobre el 95%. Y encima, estos privilegiados del 5% se creen con derecho a ningunear, a despreciar a todo aquel que no camine por sus círculos o porque no luce un color de piel “decente”. O porque, carece de los dólares que en Perú blanquean (hacen blanco o gringo) a cualquier ciudadano que tiene esa posibilidad en el bolsillo.

La profunda miopía de las castas dirigentes les ha internado en un callejón sin salida. Sienten que el cariño popular no les regala simpatía sino desprecio y odio sin límites. Su dinero no puede comprar el favor de los de abajo porque ya no creen en asistencialismos cortos y denigrantes. Se saben miembros de una minoría, menos que microscópica, pero aún así no aprenden la lección. Por el contrario, se vuelven contumaces y porfiados en el yerro.

Su candidata, por convicción y temperamento, Lourdes Flores, no tuvo mejor idea que colocar al testaferro favorito de San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los banqueros, socio de Vladimiro Montesinos, como candidato a la primera vicepresidencia. ¿Cree la Flores que la construcción nacional es una fábrica de los medios de comunicación que empinan a débiles mentales como analistas o genios, cuando no son ni lo uno ni lo otro? Ella representa a esos sectores plutocráticos en los que el dinero, el dólar o el euro, presiden cualquier convite. Antes que presentar identificación documentaria, hay que mostrar ¡de cuántos dólares se dispone! Y entonces allí radica el poder de cada quien.

El postulante del Apra, Alan García Pérez, nadie entiende ni sabe por causa de qué, empujó la “elección” de Luis Giampietri en su plancha. Pero este señor fue el gatillo que acabó con la vida de terroristas vencidos y en el suelo en El Frontón en 1986. Para salir de dudas, entonces, dinamitaron paredes y techos para que los que no murieron a balazos, lo hicieran por la fuerza del concreto sobre sus cuerpos. ¿Era necesario este violentismo con grupos inermes? Es decir, quien debiera mostrar respeto a unos derechos humanos que las dictaduras le robaron a su partido por décadas y sin ONGs que protestaran entonces, hace todo lo contrario creando una sensación de absoluto desconcierto en sus huestes. El resultado obvio: grupos apristas empiezan a enrolarse en comités humalistas. Y ¡para colmo de males! se impulsa la reelección de congresistas cuyos rostros sólo generan repulsa en el pueblo.

¿Cuál la salida, según la derecha reaccionaria? Un golpe “legítimo” con el apoyo de Washington. Hay, dicen ellos, en juego un TLC, políticas violentas de erradicación del cultivo de coca, concesiones y privatizaciones aún pendientes, “todo lo avanzado en la economía” y un sinfín de monsergas de majadera repetición por los medios.

Cuando una economía tiene números espectaculares pero NO beneficia a las mayorías sino a cenáculos de ricachos mediocres y serviles, sin conciencia nacional o legitimidad identificada con la patria, entonces es ¡basura y nada más! ¡Esto es lo que ocurre en Perú y por eso los ululantes vientos de fronda!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!