Cada generación de estadounidenses ve a Israel a través de su propio sistema de referencias. Antes, se concebía como un país que llevaba a cabo una lucha encarnizada por su supervivencia contra un adversario mayor, después del Munich de Steven Spielberg, israelíes y palestinos son percibidos como dos pueblos prisioneros en un ciclo de violencia. Durante las entrevistas promocionales, Steven Spielberg hace un llamado a la razón y a la discusión entre los dos pueblos. Quiere que su película sea una demostración de ese punto de vista, al filmar la pérdida de fe en Israel y en el sionismo de un agente del Mossad. Para lograrlo, Spielberg transforma la realidad y la pliega a sus propias concepciones.
Comienza filmando una historia que tiene lugar en 1972, lo que le permite no tener en cuenta el auge del Islamismo. En el Medio Oriente de Spielberg, no existe Hamas, Jihad Islámico, antisemitas intransigentes, negacionistas como el presidente iraní o personas que quieren exterminar a los israelíes. Pero sobre todo, Spielberg se niega a ver la existencia del Mal. En el Medio Oriente de Spielberg, la mejor forma de lograr la paz es renunciar uno mismo a la violencia. Sin embargo, en el verdadero Medio Oriente, la única salida es vencer militarmente a los fanáticos. De igual manera, al optar por describir la acción de los años 70, Spielberg representa las premisas de la acción antiterrorista israelí, cuando Israel practicaba los asesinatos selectivos y no los arrestos de los que ha dado prueba.
Contrariamente a lo que afirma Spielberg, no todas las violencias deben rechazarse, hay violencias constructivas.

Fuente
New York Times (Estados Unidos)
El New York Times aspira a convertirse en el primer diario mundial por medio de sus ediciones extranjeras.

«What ’Munich’ Left Out», por David Brooks, New York Times, 11 de diciembre de 2006.