Le Figaro continúa su intensa propaganda antiiraní. Tras haber insinuado que Irán continuaba con su programa nuclear militar y que la posición occidental al respecto está justificada, el diario prosigue su campaña de desinformación en su edición del 13 de enero de 2006: «Moscú se distancia del Irán de Ahmadineyad».

El diario afirma que «el endurecimiento de las posiciones iraníes obliga a Moscú a acercarse a las posiciones occidentales» y que, por consiguiente, Rusia estaría dispuesta a renunciar a sus posiciones privilegiadas y diplomáticas en relación con Irán.

Para respaldar ese argumento, el diario cita las palabras del ministro de Relaciones Exteriores ruso Serguei Lavrov, evasivas y de circunstancias, pronunciadas durante su encuentro con su homóloga estadounidense Condoleeza Rice. Lavrov se limitó a señalar que la mayoría de los miembros de la Junta de Gobernadores del OIEA desea presentar el tema al Consejo de Seguridad de la ONU.

En realidad, la posición rusa no ha variado: Moscú considera que hay que hacer respetar el derecho de la República Islámica de Irán a contar con una industria nuclear civil y el de la comunidad internacional a limitar la proliferación nuclear militar. Con esa mentalidad, la delegación dirigida por Valentín Sobolev visitó Teherán los días 7 y 8 de enero de 2006. Propuso ser garante del carácter civil del enriquecimiento del uranio iraní y del tratamiento de sus desechos. En un inicio, Moscú consideró realizar esas operaciones en territorio ruso, lo que fue rechazado por Irán, país interesado en disfrutar de todos sus derechos en su propio territorio. Por consiguiente, en la actualidad, ambos Estados negocian las condiciones en las cuales los ingenieros rusos podrían supervisar esas operaciones en el propio Irán. Konstantín Kossachev, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Duma, señaló a la agencia Novosti que se buscaría una solución de modo que la propuesta rusa fuera aceptable para Irán.

Y para que no hubiera ningún malentendido sobre la posición rusa, la sociedad rusa Atomstroyexport confirmó, el 13 de enero de 2006, que mantenía en Irán a sus 3 700 técnicos y continuaba la construcción de la central nuclear civil de Buchehr, mientras que el ministerio ruso de Defensa anunció, el mismo día, la aceleración de las entregas de armas defensivas a Irán. La transferencia incluye 29 misiles de quinta generación Tor-M1 capaces de interceptar drones, helicópteros, aviones e incluso misiles. También podrían venderse a Irán nuevos sistemas de DCA para proteger sus grandes ciudades, puertos y centrales nucleares. Finalmente, Irán debería obtener el estatus de observador en la Organización de Cooperación de Shangai, alianza militar ruso-china, en el verano de 2006.

Pero Le Figaro no tiene en cuenta esos elementos. Al igual que sus colegas atlantistas, intenta persuadir a sus lectores de que las acusaciones estadounidenses contra Irán son ratificadas por toda la comunidad internacional.