El triunfo de Evo Morales ha provocado una oleada de reacciones. Se ha hablado de oleada hacia la izquierda considerando su discurso social, el rechazo al sistema vigente y a su crítica del gobierno estadounidense. No hay, sin embargo, suficientes ingredientes que permitan definir esta corriente como un modelo alternativo al predominante en las últimas décadas. Son los protagonistas los que han cambiado. Después de todo, se trata sólo de demandas de una redistribución de riquezas y de un modelo más democrático. Se trata de cambios que son resultado del evidente deterioro de las políticas de los años 80.
Bolivia sufre una pobreza extrema a pesar de los considerables recursos que posee, y la población indígena marginada reclama reformas constitucionales que mejoren el sistema existente. Después de varios años de estabilización democrática hemos visto resurgir la inestabilidad, aunque se han evitado las irrupciones militares. Evo Morales se ha convertido en el protagonista principal de un cambio posible y necesario. Más allá del incomprensible comportamiento de los responsables mediáticos y de la derecha en nuestro país, debemos analizar lo que pide el presidente. Evo Morales representa una coyuntura que sin duda incluye riesgos, pero sólo colaborando con él es posible incrementar al máximo las oportunidades para Bolivia.
Este país deberá transformar su funcionamiento político, basar su desarrollo en sus recursos naturales y fomentar el empleo. Es preciso contar un sistema político que facilite la rotación; una redistribución territorial del poder puede ser también un factor de modernización. Es preciso que Bolivia explote inteligentemente sus recursos y no haga como todos esos países ricos en recursos que no logran desarrollarse. Gracias a su gas, Bolivia puede desempeñar un papel importante en la región. Para lograrlo, necesita ante todo un pacto nacional.

Fuente
El País (España)

«Bolivia, nuevo horizonte», por Felipe González, El País, 13 de enero de 2006.