En su famosa obra Los dos cuerpos del rey, el historiador alemán Ernst Kantorowicz estudió la sacralización de la figura real en la Edad Media y en la época moderna en Europa. Estudió cómo se había construido el mito de la doble naturaleza real: por un lado el individuo con sus propias cualidades y defectos (el rey) y por otro la encarnación de una función más elevada que la persona que lo encarnaba (el Rey). Mediante rituales complejos, especialmente durante los entierros y coronaciones, la escenificación de esta legitimación del poder real permite a los monarcas europeos fortalecer su poder, ataviándose con cualidades y virtudes que naturalmente les transmitiría una carga de derecho divino.
Aunque ya no estamos en la Edad Media, las prácticas de las legitimaciones políticas son resistentes y se adaptan a las distintas épocas. La entrada en funciones de Ehud Olmert como sucesor de un Ariel Sharon agonizante, en un ambiente de transmisión dinástica –Ehud Olmert es incluso calificado con frecuencia de «príncipe», lo que es raro en una democracia–, constituye un buen ejemplo.

Después de las hagiografías de un Ariel Sharon «centrista» y «pragmático» que ofrecía una «oportunidad» para resolver el conflicto israelo-palestino, la prensa occidental mainstream se ha volcado sobre la personalidad de su sucesor designado, el primer ministro interino israelí Ehud Olmert. Esta presentación mediática del delfín adopta muchos de los mecanismos apuntados por Kantorowicz.
Así, el sucesor tiene cualidades y defectos propios, pero también ha heredado cualidades aparentemente inherentes a los primeros ministros israelíes según la prensa consensual. Así, parece algo adquirido que, en la visión mediática, el Primer Ministro israelí desea siempre la paz pero debe enfrentar la ausencia de interlocutores por la parte árabe. El Primer Ministro es un hombre valiente que tiene como primera preocupación la defensa y el bienestar de los israelíes, no el control de territorios. El Primer Ministro es pragmático y eso lo opone a los extremistas, pero también a las palomas que dan muestras de angelismo. El Primer Ministro encarna el centro de la vida política israelí.
Estas cualidades, que en otro momento calificaron a Ariel Sharon, son atribuidas ahora a Ehud Olmert.

Son las que llevan al editorialista del Jerusalem Post, Larry Derfner, a apoyar a Ehud Olmert. El periodista israelí se entrega a un ejercicio retórico delicado, pero bien hecho: asumir todos los defectos de la persona aupada para poder minimizarlos mejor y resaltar sus virtudes, lógicamente superiores. Así, Ehud Olmert es presentado como un individuo pretencioso, despectivo, probablemente deshonesto y corrupto como Ariel Sharon, pero también como un pragmático preocupado por la seguridad de los israelíes, opuestos al fanático Netanyahu y al incapaz de Peretz. En resumen, un triste individuo dotado de las cualidades necesarias para enfrentar la dirección del país y a quien el cargo de primer ministro le quedará a la medida.
El general de la reserva israelí, Danny Rothschild, ex jefe de inteligencia militar y ex administrador militar de los territorios ocupados, también celebra las cualidades de jefatura del Primer Ministro interino en una entrevista concedida al semanario francés de centro-izquierda Le Nouvel Observateur en la que considera que Ehud Olmert proseguirá la política de Ariel Sharon y actuará incluso mejor que su predecesor ya que está más comprometido con la política de retirada. El autor afirma que esta vez asociará a los palestinos a la misma, pero que en el caso en que no fuera posible, por supuesto que continuaría la retirada unilateral de los territorios. En conclusión, como todavía no se está seguro de la existencia de un «interlocutor para la paz», continuará la retirada unilateral, es decir, la determinación por parte de Israel de sus propias fronteras.
En una crónica del Washington Post publicada en el Daily Star de Beyrut, el novelista y analista estadounidense, David Ignatius, también se muestra confiado en las capacidades de Ehud Olmert para dirigir Israel y proseguir la política de Ariel Sharon. Predice la consecución del Muro de Anexión y una asociación con la administración Bush para la retirada de Israel de las zonas de Cisjordania situadas más allá del Muro. Relativiza los «defectos» del nuevo primer ministro, a saber su falta de experiencia militar y su inexperiencia en cuanto a la dirección del país.

Observaremos que con estas virtudes de «buen soberano», la figura de Ehud Olmert se ha sobrepuesto a la de Ariel Sharon cuyo estado de salud es seguido con mucha menos atención que al principio.

La prensa árabe, claro está, tiene otra imagen del ex brazo derecho de Ariel Sharon.
En el diario libanés en lengua árabe, Annahar, la periodista libanesa Rendah Haidar recuerda la trayectoria de quien presenta como un oportunista. Profundamente inclinado a la derecha, pero habiéndose aliado con numerosos grupos contradictorios, Ehud Olmert se alió tardíamente a Sharon de quien se convirtió en el brazo derecho y en el pez rémora. Sin juicios previos sobre las capacidades del Primer Ministro interino, la autora considera que será difícil para un político sin legitimidad histórica conservar unidas a personalidades heterogéneas provenientes tanto del partido Laborista como del Likud.

Más allá de las cualidades y defectos de Ehud Olmert, los medios de comunicación se interrogan sobre todo sobre la estrategia del futuro vencedor designado de las elecciones israelíes del 28 de marzo de 2005, y si bien la mayoría pronostica una consecución de la política llevada a cabo por Ariel Sharon, algunos esperan una modificación del poder israelí y una vuelta a las negociaciones con los palestinos.
El director general de la Al Quds Educational Television, en Ramallah, y de AmmanNet, Daoud Kuttab, publica en ese sentido una carta abierta a Ehud Olmert ampliamente difundida por Project Syndicate y publicada por el Jerusalem Post (Israel), El Tiempo (Colombia), el Korea Herald (Corea del Sur), el Daily Star (Líbano), La Libre Belgique (Bélgica) y sin lugar a dudas por otros medios que se nos escapan. En esta tribuna, redactada con infinita modestia o con un gran sentido de la autodenigración, el autor, tradicional camuflaje árabe de las páginas editoriales del Jerusalem Post, alaba los grandes avances que ha permitido Ehud Olmert en la política israelí y se basa en los cambios «a menor escala» palestinos para reclamar el reinicio de las negociaciones bilaterales. Así, afirma que únicamente el reinicio de las negociaciones y el mejoramiento de las condiciones de vida de los palestinos permitirán el cese de la violencia.

El analista israelí, Ze’ev Schiff, expresa en Haaretz que hay tres posibilidades de evolución de la política israelí: 1) Israel prosigue su «guerra defensiva» contra el terrorismo palestino, limitándose a retirar los puntos de control ilegales y a detener la expansión de las colonias. 2) Israel trata de lograr un acuerdo con un estatus final con la OLP, pero el periodista no cree en ello, pues no confía en los palestinos. 3) Israel fija por sí solo sus fronteras continuando las retiradas unilaterales, opción que es la más probable para el periodista.
Para el analista y escritor libanés Hazem Saria, esta es también la política que seguirá Ehud Olmert. En el diario yemenita progubernamental 26 sep, manifiesta que la estrategia de Ehud Olmert será la continuación de la de Sharon. Es de la opinión de que Olmert y Sharon son dos hombres de derecha que han pasado del «sionismo ideológico» al «sionismo operativo», es decir, a la aplicación «realista» de los objetivos de anexión de territorios. Ehud Olmert, que es presentado como centrista, cuya esposa es de «de izquierda», y de quien se espera mucho, no debe ser sobreestimado. No habrá nada nuevo en la estrategia israelí.

Este análisis es confirmado por el discurso de la muy nacionalista Tzipi Livni, nueva ministra interina israelí de Relaciones Exteriores y miembro del partido «centrista» Kadima. En una entrevista concedida al diario francés Le Monde, anuncia su credo en materia de política exterior. Desarrollando un enfoque multiculturalista del conflicto israelo-palestino, asegura que los palestinos y los israelíes son demasiado diferentes como para entenderse y negociar, y que la mentalidad de los palestinos es demasiado hostil para esperar algo de una discusión con ellos. Profetiza que pasarán varias generaciones antes de que evolucione la mentalidad árabe. Esto confirma que, para la jefa de la diplomacia israelí, todo el proceso de creación de un Estado palestino será decidido por Israel. Durante la construcción del muro israelí en Cisjordania, la señora Livni, dejó entender con fuerza que éste trazaba las futuras fronteras de Israel.
Sin embargo, la autora considera que hay que avanzar rápido, pues, en su opinión, la globalización erosiona las identidades nacionales y hace que el proyecto israelí sea más difícilmente entendible para el resto del mundo. Indirectamente, hace referencia a las personas que, como el historiador inglés Tony Judt, describen el sionismo como una ideología obsoleta, última etapa de los movimientos nacionalistas surgidos al final del siglo XIX. Además de esta distancia cada vez más marcada entre la mentalidad israelí y las grandes corrientes de opinión mundiales, la ministra teme igualmente que los israelíes judíos lleguen a ser minoría demográfica en el territorio israelí. Por lo tanto, expone crudamente la razón de ser de la ruptura estratégica de Kadima y el Likud, una estrategia que esboza la política futura de Ehud Olmert.