Poco importa el tipo de automóvil que usted posea; cada vez que usted llena el tanque está pagando el equivalente a un mes de salario de un maestro ruso. También contribuye usted a financiar un régimen arcaico, ineficiente y diabólico. Rusia inició su año de presidencia del G-8 desencadenando una guerra con Ucrania relacionada con el gas. Poseedora prácticamente del monopolio de los suministros a Ucrania, Rusia consideró que podía fijar los precios según su conveniencia. Pero Ucrania dispone a su vez de la casi totalidad del monopolio de otros abastecimientos; por lo tanto, Rusia cedió tan pronto como comenzaron a disminuir las entregas de gas a Europa Occidental.
En la actualidad, la economía rusa descansa en el gas y el petróleo. Como el valor de estos recursos aumenta, los salarios también lo hacen y ello contribuye a crear la inflación. Para limitarla, el gobierno ruso ingresa una parte de las ganancias en un fondo de estabilización. Pero como el Kremlin no confía en sus propios valores bursátiles, el fondo de estabilización invierte en títulos occidentales. De esta forma, el gobierno pierde una oportunidad de modernizar las ciudades, las carreteras, los hospitales y las universidades de Rusia. La inflación continúa y los alquileres se ponen por las nubes lo que lleva a la población a cometer ilegalidades o a vivir en la pobreza.
Rusia es el ejemplo de una triste verdad de nuestros tiempos: países que no tienen nada de democráticos pueden desarrollarse tan rápido o incluso mucho más que sociedades más libres. Cuando se posee petróleo, lo único que hace falta para enriquecerse es tener compradores. La mayoría de los países que cuentan con abundantes recursos naturales no son democracias. Rusia aprovechó la tecnología y las modalidades de gestión occidentales para desarrollar la producción petrolera. Los primeros en hacerlo fueron hombres como Mijaíl Jordorkovski, quienes fueron sustituidos por otros mejor situados. Pero los dirigentes extranjeros no prestan atención a esto; algunos, como Gerhard Schröder, dirigen incluso filiales de Gazprom.
Hoy Rusia intercambia su petróleo por productos del conocimiento sin formar a sus propios especialistas. Carece de geólogos, economistas, abogados… le basta con una banda de políticos. En ese contexto, las personas educadas son peligrosas y tratadas con sospecha, incluso acosadas, como las ONG o los partidos políticos de oposición. Las elecciones son anuladas o falsificadas. Y los países vecinos que no tienen petróleo son chantajeados. Como dependen del gas, del petróleo y de las multinacionales los países del G-8 se muestran en exceso tolerantes con relación al presidente actual Vladimir Putin. Pero la arrogancia de los dirigentes rusos ha tal vez sobrepasado lo que está dispuesto a soportar Occidente. Las sociedades occidentales deben boicotear el gas ruso.

Fuente
Daily Star (Líbano)
Taipei Times (Taiwán)
Korea Herald (Corea del Sur)
Daily Times (Pakistán)

«’Oil-for-skills’ scheme fortifies Russian regime», por Alexander Etkind, Taipei Times, 13 de enero de 2006.
«Paradojas del petróleo y gas ruso», La Vanguardia, 13 de enero de 2006.
«Russia’s ’oil-for-knowledge’ scheme», Korea Herald, 14 de enero de 2006.
«Illiberal Russia produces oil growth, but can it enjoy this?», Daily Star, 17 de enero de 2006.
«Russia’s ‘oil-for-knowledge’ scheme», Daily Times, 19 de enero de 2006.