El triunfo de Evo Morales en las elecciones presidenciales de Bolivia le puso un brochazo de oro al cierre del 2005 en América Latina. Mientras Europa con legislaciones atrasadas busca enterrar el futuro, desconociendo la trascendencia histórica que tuvieron procesos del pasado reciente, como el socialismo, para el progreso no solo de ese continente sino de la humanidad, América del Sur parece remozarse permanentemente por la acción valerosa y masiva de sus pueblos.

Lo de Evo Morales, en ese contexto, no solo es un acontecimiento electoral más, sino que se convierte en otro capítulo importante de la lucha de los pueblos de este continente por recuperar el derecho a soñar en una América libre. Lo de Evo Morales hace parte de una corriente antiimperialista que crece y que remueve el tablero del control geopolítico de los Estados Unidos en la región. Así hay que verlo, y por eso debe ser para los ecuatorianos un acontecimiento cercano, de triunfo propio, como pueblos. Y evidentemente es un referente más que nos permite pensar que todo lo que se ha generado en Ecuador en toda su historia, y más durante la última década, tiene asidero en la realidad, en lo posible y realizable.

La constante inestabilidad política que vive el Ecuador no solo es producto de las pugnas interoligárquicas por acrecentar su poder, sino que también es el resultado de la acción de los pueblos, que han impuesto en la conciencia colectiva la necesidad de las transformaciones profundas. Ese es el nudo gordiano que el poder oligárquico y el imperialismo no podrán desatar, pues ellos no son los portadores de los elementos del cambio; representan el pasado, lo atrasado, lo corrupto, lo viejo.

El 2006 se muestra como un año de intensos acontecimientos políticos en nuestro país. La crisis económica que han provocado quienes a dentelladas buscan devorar los recursos de todos los ecuatorianos, será un detonante para nuevas y grandes levantadas del pueblo, que se mostrarán en la exigencia de recursos para obras a través de los gobiernos locales, pero que en política serán más calificadas, porque hay un acumulado de conciencia política alrededor de temas claves como la defensa de la soberanía. La oposición a la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, por ejemplo, así como la exigencia por la declaratoria de caducidad del contrato con la compañía norteamericana Occidental y la oposición al Plan Colombia y lo que significa la presencia de militares norteamericanos en la base aérea de Manta, son temas permanentes en la agenda popular. A ellos se debe sumar ahora el trabajo por constituir procesos unitarios para enfrentar las próximas elecciones, trabajo nada fácil por las grandes fracturas que el imperialismo y la oligarquía han producido en determinados sectores de la dirigencia popular, pero que se vuelve necesario si queremos evitar que la derecha retome el control y retrace más los procesos de cambio.

El 2006 se abre entonces en un escenario de profundización de la crisis, pero también de un pueblo que se levanta, y que tiene en triunfos como el de Evo Morales en Bolivia, un buen referente para saber que se está con la tendencia del progreso.