Durante estos últimos años, a menudo hemos presenciado en París el surgimiento de posiciones extrañas en el campo de la política exterior. A pesar de ello, la semana pasada todos se sorprendieron al escuchar al presidente francés declarar que su país estaba listo para utilizar el arma nuclear contra cualquier país que emplease el terrorismo contra los intereses franceses. Aunque Jacques Chirac no mencionó directamente ningún objetivo de ataque en particular, no hay que ser un genio para suponer que la lista incluye a Irán y a otros países árabes del Medio Oriente.
Lo que sorprende es la ruptura con la actitud conciliadora, e incluso de limar asperezas que Chirac habitualmente practica con respecto a Irán y a los países árabes. Recordemos que él fue un clamoroso opositor contra la guerra desencadenada por los Estados Unidos en Irak. Esa actitud había beneficiado a las sociedades francesas que competían con las empresas provenientes de los países del «Gran Satán». ¿Qué fue lo que ocurrió? Hay dos cosas importantes que sucedieron después. Primeramente la guerra civil en Francia hace varios meses, con su saldo de revueltas y de vehículos quemados por todo el país. Esa violencia ejerció sobre Chirac y el gobierno francés el mismo impacto que el 11 de septiembre ejerció sobre Estados Unidos.
En su discurso, Jacques Chirac aclaró abiertamente que «En muchos países se divulgan ideas radicales que reclaman la confrontación entre las civilizaciones». El Sr. Chirac finalmente entendió el problema: los yihadistas tratan de avanzar poco a poco, asumiendo el control de una ciudad tras otra a lo largo de Europa Occidental. Como dijo un diplomático francés: «Es más que una guerra entre las civilizaciones. Es un cáncer en el corazón de nuestro país que, si no se controla, destruirá por completo a Francia»[NDLR: en materia de diplomacia, el autor de esa frase es el político francés de extrema derecha Jean-Marie Le Pen.].
Con sus declaraciones, Chirac lanza una advertencia a Irán y a los países árabes para que dejen de apoyar y de seguir alentando a sus residentes en Francia a efectuar ataques como los del año pasado, e incluso a planear operaciones todavía peores. Esa actitud recuerda la del gobierno estadounidense, aunque podemos imaginar el escándalo que se produciría si el presidente Bush se atreviera a hablar de la utilización de armas nucleares.
En segundo lugar está el fracaso de los europeos –específicamente de Francia, Alemania e Inglaterra– en cuanto a establecer un acuerdo con Teherán para controlar su programa de desarrollo de armas nucleares. Hace cerca de un año, el gobierno de Bush, habiendo sufrido una oleada constante de críticas relativas a la destrucción del régimen despótico y amenazador de Sadam Hussein, tuvo la sagacidad de decir a los europeos: «Ustedes son quienes deben manejar la crisis iraní». Europa se vio involucrada en el proceso. Un año más tarde, los resultados son claramente visibles. Teherán no ha hecho más que confundir y mentir a los europeos, que no tienen ningún resultado palpable que mostrar. Además, la dirigencia fanática existente en Irán ha mostrado claramente su deseo de poseer el armamento nuclear.
En Washington ha llegado la hora de actuar. Dejemos a un lado a las Naciones Unidas. Es probable que Rusia y China opongan su veto a cualquier resolución que exhorte a la acción. Tenemos que acercarnos a nuestros aliados europeos; Chirac de pronto parece estar más abierto a enfocar con mayor precisión el problema. La canciller alemana recientemente electa Angela Merkel parece aproximarse más a las posiciones estadounidenses y el primer ministro inglés Tony Blair debe poder ser convencido.
Debemos desarrollar un consenso en torno a un plan de ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, a pesar de que ello provoque una disminución de la producción petrolera iraní y, por consiguiente, repercuta significativamente en las economías occidentales. Debemos actuar antes de que los locos de Teherán obtengan las armas nucleares.

Fuente
Washington Times (Estados Unidos)
Propiedad del reverendo Sun Myung Moon (Iglesia de la Unificación).

«Chirac, the bomb and terrorism», por Allan Topol, Washington Times, 26 de enero de 2006.