EVO Morales con el director de PF, Manuel Cabieses, en el II Encuentro Hemisférico de Lucha contra el Alca, La Habana, noviembre de 2002

Su más cercano oponente, Jorge Quiroga, es el heredero político del dictador Hugo Bánzer Suárez, de quien fue vicepresidente y cuyo período presidencial completó a su muerte. Las cifras de la elección todavía no son oficiales, sino resultan del llamado “conteo rápido”. Pero han sido aceptadas por todos los sectores bolivianos.

Hasta ahora, en ausencia de mayorías absolutas, el presidente era elegido en una componenda del Congreso llamada “segunda vuelta”, que raramente designaba al que sacara más votos. Con ese desprestigiado sistema, el Congreso daba a conocer el nombre del nuevo jefe de Estado apenas dos días antes de la toma de posesión. La elección presidencial en números fue la siguiente:

Evo Morales Ayma (MAS)52,08%

Jorge Quiroga (Podemos)29,59%

Samuel Doria M. (UN)8,80%

Michiaki Nagatani (MNR)7,01%

Felipe Quispe (Pachakuti)1,70%

En estas elecciones también se renovaron ambas Cámaras del Congreso. Y, por primera vez, el voto popular eligió a los prefectos (gobernadores) de los nueve departamentos de la división política del país, poniendo en marcha una descentralización del Poder Ejecutivo. Esta modalidad alimentará también, sin duda, los caudillismos locales.

El Movimiento al Socialismo (MAS) -de Evo Morales- obtuvo 51% de los votos de diputados. Por lo tanto, el escrutinio final deberá asignarle 66 de los 130 escaños de la Cámara baja. En el Senado conquistó doce bancas, de un total de 27 (son tres por cada uno de los nueve departamentos), pero está peleando otra que le permitiría empatar con las que logró el Poder Democrático Social (Podemos) de Quiroga. En tal situación, ninguno de los dos partidos tendría mayoría en la Cámara alta. El voto decisivo sería un senador del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) por el Beni, quien todavía no está seguro, dice Antonio Peredo Leigue, senador electo del MAS por La Paz.

El MAS tiene aseguradas dos de las nueve prefecturas -Oruro y Potosí-. Pelea una tercera -Chuquisaca- y podría alcanzar una cuarta -Pando- una vez que termine el escrutinio oficial, dice el periodista Iván Canelas, elegido diputado por Cochabamba. El Podemos tuvo sólo dos prefecturas -El Beni y La Paz-. Evo Morales obtuvo una alta votación personal en La Paz (63%) pero el MAS perdió al prefecto -como ocurrió en Cochabamba, la tercera región en población y gran fortaleza de ese movimiento-. Por su parte, el prefecto electo de La Paz, José Luis Paredes, anunció su ruptura con el Podemos.

Presidente indígena

Con este primer presidente indígena Bolivia ingresa a una nueva etapa de su azarosa historia de nación saqueada y empobrecida por sus gobernantes y las transnacionales. Con una mayoría más bien precaria en las Cámaras, Evo Morales se propone sacar a su pueblo de la pobreza y la exclusión, recuperando recursos naturales como el gas, petróleo, minerales, bosques, etc.

Sin embargo, el líder del MAS pudo haber obtenido más votos. Ochocientos mil electores fueron eliminados en lo que el Consejo Nacional Electoral (CNE) llamó “depuración del registro”. Según observadores realmente fue borrado de los comicios un millón y medio de votantes. El presidente saliente, Eduardo Rodríguez Veltzé, se arrogó como un éxito personal la masiva concurrencia a las urnas. Este abogado, que se desempeñaba como presidente de la Corte Suprema, accedió a la presidencia en la última crisis provocada por la renuncia de Carlos Mesa, después que las organizaciones populares rechazaron que lo reemplazaran los dos cabecillas del desprestigiado Poder Legislativo.

El presidente electo dijo que los burócratas del CNE deberían renunciar. Morales aseguró haber ganado “contra el árbitro” -el organismo electoral-, contra la presión extranjera y contra la “guerra sucia” montada por los medios de comunicación.

El nuevo presidente de Bolivia ya formuló anuncios polémicos. Por ejemplo, anunció que solicitará la extradición del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada para que responda por 36 muertes ocurridas en octubre de 2003.

Evo Morales anunció que modificará los contratos de hidrocarburos estableciendo con el capital extranjero un trato más ventajoso para Bolivia, “en calidad de socio, no de patrón”. De inmediato, los medios locales comenzaron a describir una “situación delicada”, mientras dirigentes de los gremios empresariales amenazan con dejar de “respetar la democracia” si el nuevo gobierno cambia las reglas.

Mientras la clase política celebraba la “gesta democrática”, el discurso de la clase empresarial enseñaba los dientes, como hizo el dirigente de Santa Cruz, Boris Marinconi. Esa región alienta intenciones separatistas lideradas por una organización local denominada Comité Cívico. Pero el primer discurso de su nuevo prefecto, Rubén Costas Aguilera, fue más bien moderado.

El MAS no estuvo de acuerdo con el trato establecido con las transnacionales por el ex presidente Carlos Mesa en la ley de hidrocarburos, porque no se fijó una participación boliviana de 50%, pero lo valora porque significó un mayor ingreso de 400 millones dé dólares, explica Antonio Peredo. El senador del MAS piensa que las empresas deben reconocer las nuevas reglas con nuevos contratos ratificados por el Congreso.

En otro polémico anuncio, Evo Morales adelantó que pondrá freno al modelo neoliberal y que desechará las recetas de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico.

La coca no es lo mismo que la cocaína. La hoja de coca es un cultivo tradicional de las etnias de esta parte del mundo desde los tiempos de los incas, y resulta indispensable en el modo de vivir de una población indígena que conserva sus costumbres y sus lenguas aymara, quechua y guaraní. Los pobres urbanos de Bolivia también mastican hojas de coca. Les permite aplacar el hambre y resistir el trabajo físico en alturas de tres mil metros o más.

¿Quién es quién en la oposición?

En las elecciones presidenciales de Bolivia participaron ocho candidatos. Los tres últimos no tienen relevancia: juntos sumaron 1,1% de los sufragios. La política de los próximos meses estará protagonizada por los cinco candidatos que obtuvieron votación significativa.

Jorge Quiroga Ramírez, Tuto, es un universitario graduado en Estados Unidos, líder del partido de extrema derecha fundado por Bánzer con la sigla ADN. Tuto lo refundó con el nombre de Poder Democrático Social, Podemos; además, registró legalmente su apodo cuando se inscribió como candidato. Adoptó como símbolo el color rojo, en el mismo tono magenta que identifica a Chávez en Venezuela, e incorporó la estrella del Che en su parafernalia electoral, con la ingenua ilusión de confundir a los izquierdistas. Tuto reconoció el triunfo de Evo Morales la misma noche de las elecciones. “Este es un triunfo de la democracia”, dijo.

Samuel Doria Medina es un exitoso empresario “dueño” del partido Unión Nacional (UN). Hizo dinero introduciendo en Bolivia el sistema de fondos de pensiones (AFP). Según el senador Antonio Peredo -periodista y antiguo colaborador de PF-, Doria viene del MIR, partido influido por la socialdemocracia desde su nacimiento. Disfrutó del poder unos veinte años, al alero del ex presidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), de quien fue ministro de Planeamiento. Doria coqueteó con Evo Morales, le ofreció apoyo en “la segunda vuelta” del Congreso si superaba en más de 5% a Tuto, reconoció y felicitó el triunfo del líder del MAS, pero ahora se declaró opositor.

Michiaki Nagatani es el único dirigente conocido que conserva el antiguo Movimiento Nacionalista (MNR) de Víctor Paz Estenssoro, al borde de la extinción. Sin embargo, dio una sorpresa, porque todo el mundo creía que ese partido dejaría de existir en esta elección. Obtuvo más del 4% que exige la ley para reconocer a un partido.

Felipe Quispe es un viejo líder sindical campesino, cuyo partido -Movimiento Indígena Pachakuti- tiene arraigo en el área rural de La Paz y en el sector de El Alto. No tiene buenas relaciones con Evo y su votación fue escasa. Antes de las elecciones se creía posible un entendimiento para atraer sus votos en diputados, pero se declaró opositor al día siguiente.

Además existen una variedad de grupos y organizaciones que anunciaron su oposición desde la Izquierda. Abundan los plazos y ultimátums para eliminar el modelo neoliberal, revisar la ley de hidrocarburos y otras materias. El poderoso gremio del magisterio anunció una huelga por mejores salarios. Las centrales obreras, COB y COR, también anticipan bloqueos de carreteras. Hasta un senador del MAS, Román Loayza, quien también es dirigente sindical, le dio a Evo Morales un plazo de tres meses para la reforma económica.

La televisión y prensa en general amplifican las declaraciones de estos sectores, con el mismo entusiasmo con que sirven de caja de resonancia a los grupos empresariales. Después de la euforia “democrática” inicial, la situación boliviana comenzará a agitarse por quienes buscarán desestabilizar a Evo Morales, invocando su “incapacidad para la gobernabilidad”.

Estados Unidos envió felicitaciones por “la aparente victoria”. Pero el ex funcionario Otto Reich amenazó a Bolivia si no se porta bien: “El mundo puede vivir sin Bolivia pero Bolivia no puede vivir sin el mundo”.

Por coincidencia también se supo que el gobierno de Bolivia envió a Estados Unidos un cargamento de 18 misiles fabricados en China para que fueran desactivados y regresaran convertidos en chatarra. El negocio lo gestionó la embajada de Estados Unidos para que no cayeran en manos de “terroristas”.

Guerra sucia y gobernabilidad

El único acierto de las encuestas en Bolivia ha sido el 29% de Tuto Quiroga tres semanas antes de las elecciones. Un término de moda en la prensa de Bolivia es el neosustantivo “gobernabilidad”, una preocupación curiosa en un país que lleva muchos años en la “ingobernabilidad”. Todos los articulistas invocan a diario el riesgo de la “ingobernabilidad” con Evo Morales en la presidencia.

Una feroz “guerra sucia” por televisión hizo aparecer en pantalla a una ex cónyuge de Morales reclamando pensión de alimento, y a un hermano quejándose de problemas de la infancia. También un obrero lloriqueaba porque si ganaba Evo lo despedirían de la fábrica. El actor resultó ser el chofer de Tuto Quiroga.

Unitel Canal 2, del grupo Monasterio, de Santa Cruz, familia terrateniente considerada la número uno de esa provincia, invitó al vicepresidente electo, Alvaro García, a una confrontación con la candidata de la fórmula de Quiroga, a quien presentaron como distinguida “periodista”. En cambio a García -que es sociólogo con postgrado en Europa- lo identificaron “Profesión: terrorista”, porque fue preso político. El programa, que paradójicamente se llama Prohibido Mentir, fue difundido días antes de las elecciones.

Los diarios bolivianos derrocharon discriminación, agresividad y racismo contra quien es caracterizado como “dirigente cocalero” o “líder indígena cocalero”. Los expertos hallaron abundantes columnas periodísticas con frases como ésta: “Cómo un indio puede llegar a ser presidente y eventualmente hablar en la ONU, con un mechón de cabellos negros sobre la frente”. Pero para la mayoría de la población indígena la información llega por emisoras comunitarias que transmiten en castellano, aymara, quechua y guaraní.

Pero el ataque principal contra Evo Morales fue su supuesta incapacidad para asegurar la “gobernabilidad” del país. Un gran sector de la ciudadanía piensa que una garantía realista de “gobernabilidad” se llama precisamente Evo Morales. Y por eso lo votaron. Un grupo económico de Santa Cruz compró el banco local que pertenecía al Santander Central Hispano, argumentando que tenía confianza en el futuro, pero la prensa y TV presentaron el negocio como la “estampida” de los españoles ante el inminente gobierno del MAS.

Los resultados electorales en Bolivia dejan en evidencia que existe un divorcio entre la realidad social y política y el discurso de los medios. Incluso, el “separatismo” de Santa Cruz bajó de perfil en la realidad.

Evo Morales ha ganado limpiamente y tiene el poder. O gran parte del poder. “Ahora nos cabe gobernar bien”, dijo el flamante diputado Iván Canelas

Punto Final ha publicado varias entrevistas a Evo Morales en los últimos años; también abundante material informativo y de análisis sobre Bolivia. Para esto hemos contado con la valiosa colaboración del periodista Antonio Peredo Leigue, antiguo redactor de la revista y ex candidato a la vicepresidencia de Bolivia en las elecciones de junio de 2002. Nuestro amigo Antonio Peredo, hermano de Coco e Inti que combatieron y murieron en la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, fue ahora elegido senador por La Paz, donde el MAS obtuvo altísima votación.

La primera entrevista a Evo Morales en PF la hizo nuestro corresponsal en La Paz, Washington Estellano, periodista uruguayo residente en Bolivia.

Sobre el pensamiento político del presidente electo de Bolivia recomendamos consultar las entrevistas publicadas en los números 524, 525, 537 y 605 de PF xx