El doble debate electoral, parlamentario y presidencial copara el primer semestre y el inicio del nuevo gobierno, el segundo. Las elecciones de Congreso y Presidente estarán caracterizadas por la novedad de las reglas del juego: en las elecciones de Congreso, la lista única, el umbral, la cifra repartidora y el comportamiento en bancadas para los congresistas electos, implican cambios que han propiciado procesos de compactación partidista que a decir verdad en muchos casos se parecen más a ‘matrimonios por conveniencia’ que a reales procesos unitarios. Por su parte las presidenciales estarán marcadas por la reelección y la posibilidad de que por primera vez los candidatos aspirantes se enfrenten a un Presidente-candidato con una gran cantidad de recursos de poder a su disposición.

A nivel regional continúan los triunfos electorales de centro-izquierda, que llevan al poder a dirigentes sociales como el Presidente Evo Morales o que consolidan la permanencia de coaliciones como la de Concertación porla Democracia en Chile con la Presidenta Michelle Bachelet. Esto ha creado un escenario en la región, contrario a las soluciones guerreristas y favorable a soluciones políticas negociadas en conflictos internos como el colombiano.

En el marco de este escenario es probable que tengamos un triple escenario de las siguientes características:

a) Con el ELN es posible que se avance –a menor velocidad de lo que seguramente estarían pensando algunos- con pequeños pasos que vayan dejando sentados referentes sólidos hacia el futuro. El éxito de este escenario va a depender en gran parte de que el Gobierno entienda que no debe presionar ritmos que no respondan a las dinámicas propias que el proceso va creando, e igualmente entender que tiene como interlocutor a una organización guerrillera que posee una mirada político-militar y que aspira a que en un proceso de paz con ellos se debatan temas nacionales y se logre avanzar en escenarios reformistas; pensar que solamente se discute el tema de la desmovilización y reinserción sería un seguro para la crisis de los acercamientos.

Hasta el momento hay que decir que el Gobierno ha manejado estas aproximaciones con tacto político y ojala continúe en esa tónica; igualmente se espera del ELN, que ha sido sensible a los cambios políticos nacionales e internacionales, demuestre un adecuado nivel de realismo político y que las tentaciones maximalistas sean neutralizadas para así lograr avanzar por el difícil camino de construir la paz.

Avanzar en la definición de una agenda y de unos mecanismos procedimentales para tratarla –incluidos los espacios de participación de la sociedad civil-, y el comienzo de la discusión de la misma, es algo que podría considerarse esperable. Adicionalmente, es probable que la existencia de estos acercamientos contribuya a situar en el debate político nacional la importancia de las salidas políticas negociadas, por encima de las tentaciones militaristas; ésta sería la principal contribución política que podrían hacer los acercamientos a la creación de una opinión pública favorable a la paz.

b) Con las FARC las posibilidades de avanzar en algún tipo de acercamiento parecen un poco más confusas. Aunque no es de todo descartable que el encuentro para la discusión del intercambio humanitario se puede concretar, hay que recordar que desafortunadamente el único obstáculo no es la ‘zona de encuentro’ entre los voceros de las partes, sino otra serie de problemas que en su momento aparecerán: el caso de Simón Trinidad y Sonia y su extradición a USA, los guerrilleros a ser liberados y las condiciones en que se produciría esto.

Sin embargo, si se supera la dificultad de la ‘zona de encuentro’ sería probable que en la conversación directa de las partes se le pueda dar una salida, por lo menos parcial, al ‘acuerdo humanitario’; no sería de extrañar, al margen de lo que opinen los especialistas en aplicación del DIH, que eso podría abrir el camino para las conversaciones de paz con un nuevo gobierno con mandato electoral fresco.

c) En lo relativo a las desmovilizaciones paramilitares –que no es un proceso de paz-, si bien es probable que formalmente concluyan antes de las elecciones, en la realidad el debate estará centrado en dos grandes temas: uno, la aplicación de la Ley de Justicia y Paz y la actividad de la Comisión de Reparación, campos sin duda de gran controversia nacional e internacional, y dos, la discusión acerca de si efectivamente se produjo una desmovilización real de todos los grupos paramilitares y si se dan o no procesos de emergencia de nuevos grupos de la misma naturaleza; lo cual, a su vez, remitirá al debate de si hay o no un efectivo desmonte del fenómeno paramilitar.

Es probable que si bien la presencia simultánea de guerra y paz continúe siendo la característica del período, también es posible que el péndulo comience a inclinarse en la dirección de la paz negociada.