El poder se manifiesta de mil y un formas. No hay dos o tres candidaturas presidenciales sino más de veinte. ¿Casualidad? La dispersión favorece una especie de selección sensible: ¡quienes no alcancen el mínimo de la valla electoral, simplemente NO existen!, en consecuencia muchos políticos acostumbrados a invocar supuestos respaldos ciudadanos tendrán que contentarse con ver la televisión y leer diarios porque otros serán los comisionados por el voto popular. En Perú tenemos “líderes” fabricados por los medios de comunicación y hay no pocos imbéciles sumamente talentosos en su mediocridad pero que están muy bien sufragados por dineros foráneos y también locales para mantener el status quo vigente.

Ha dicho la señorita Lourdes Flores, indiscutible candidata de San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los banqueros, que ella no tiene nada que ver con la abrupta salida de César Hildebrandt de la televisión. ¡No hay duda que no forma parte de estas conjuras! ¿Alguien cree que está muy disgustada por la circunstancia antidemocrática y totalitaria acontecida? ¡Para nada! Sin embargo debe estar respirando con mucha más tranquilidad porque ahora la voz monocorde, gris, multánime de los medios, le acompaña simpáticamente porque ya no hay escollos en el horizonte. Y Hildebrandt sí que lo era. Estos pactos sucios y tácitos que hacen los empresarios vendepatrias y profundamente antinacionales, son parte recurrente de viejas y resobadas mañas inocultables.

Un ejemplo: ayer la Flores salió a defender a sus topos. La mecánica perversa del poder ya había establecido que nadie avivase más el debate porque ya no hay quién diga algo duro y cuestionador. La comunidad de quienes vociferaban porque el delincuente Kenya Fujimori siguiera en el gobierno, como lo hacía Lourdes Flores, y de quienes se beneficiaron de dineros sucios en campañas municipales, es un hecho fortuito de repente, pero la coincidencia es sugestiva.

Los reaccionarios conservadores no están tan seguros que Lourdes Flores gane de manera categórica y están haciendo cuanto está a su alcance para uniformar criterios y bolsas e inundar todos los predios con la propaganda engañosa de su candidata. ¿Cómo harán para disimular su fujimorismo embozado, su afición por el mantenimiento de un modelo económico privatista a ultranza y perpetuador de privilegios de cogollos y minorías insolentes, racistas y excluyentes? A esta altura de los acontecimientos, la postulación del señor Ollanta Humala cayó irremisiblemente y, en cambio, toma fuerza la de García Pérez. Mientras que Humala carece de biografía política, el retrato del nefasto quinquenio entre 1985-1990 de García, provoca urticarias y comezones del peor gusto. ¡Fue tal el fiasco de entonces que a no pocos aterra la posibilidad que Alan García retorne a Palacio! Por tanto: ¿hay que regalar el voto a Lourdes Flores, la innegable candidata de lo más momio que hay en el Perú?

Es tal el timo del poder que los propios apristas viven aterrados de una posible confrontación con Lourdes Flores en segunda vuelta. Por alguna razón, atribuible a un fenómeno de indescriptible misterio, los de Alfonso Ugarte están “convencidos” que no podrán ganar. ¿Es cierto eso? Veamos. Unidad Nacional no es un partido, es una confluencia de intereses de cenáculo y de gente con dinero. Esto no los hace malos, pero sí son discriminadores y al pueblo le ven sólo como fábrica de votos y como personas inferiores. Sus tecnócratas son parte del modelo vendepatria que ha regalado el país desde hace lustros. Se guarecen en el anonimato y en la influencia mediática para decir que sus planes son para el país, cuando la lectura indica que es para quienes forman parte de su segmento social minoritario, privilegiado, profundamente enlazado a las empresas transnacionales. ¿Por causa de qué tendrían que perder los apristas que aún tienen, dentro de su anquilosada maquinaria, una potente y popular, para muchos inexplicable, convocatoria popular?

No poco dependerá de cómo se manejen los candidatos de ahora en adelante. Hay que referirse básicamente a tres o cuatro. El resto forma parte de un pelotón cuyo destino público desaparecerá porque no obtendrá convalidación en las urnas. Por tanto, no podrán demostrar respaldo popular de ninguna especie. Y se quedarán con voz muy debilitada o casi insignificante. Y hay que ver cómo enfrentan al poder quienes sí tienen que hacerlo por su propio bien o supervivencia. O admiten su muerte prematura y terminal.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!