Años atrás el colega y amigo, Ricardo Ramos Tremolada, afirmó, en blanco y negro, que la pésima gestión de Niño Diego en la cartera de Justicia en el gobierno de transición de Paniagua, había resultado en la liberación de terroristas convictos y confesos. Tanto Niño Diego como aquél habían negado hasta la saciedad las gravísimas afirmaciones de Ramos. Sin embargo ¡todo era cierto! Y Ramos NO mentía y, en cambio esos dos atrabiliarios abogados del status quo y, uno de ellos, asaltante de todas las agencias de cooperación externa, ¡sí que eran dos contumaces falsarios!

En las Resoluciones Supremas 256-2000-JUS y 257-2000-JUS, ambas del 29 de noviembre de ese año, se establece “Conceder el beneficio de la conmutación de pena…….. a la arrepentida con Clave No. ¡21200213…………La presente Resolución tiene el carácter de “estrictamente secreto” de conformidad con el Artículo 38 del Decreto Supremo No. 015-93-JUS”. Entonces, lo que sostuvo con valentía y firmeza Ricardo Ramos Tremolada ¡era verdad inconcusa!

Niño Diego montó en cólera y amenazó a Ricardo Ramos. La intermediación de buena fe y caballeresca de Javier Valle Riestra consiguió –así lo creyeron Ramos y Javier, entonces- que Niño Diego declinase la vía policial y judicial. Sin embargo, el domingo 12 retornó, luego de más de un año, Ramos al Perú y se dio con la desagradable sorpresa que Niño Diego no sólo no había cumplido sino que había exacerbado el celo de los esquiroles judiciales y engrasado convenientemente los mecanismos policiacos para meter entre rejas a Ramos. Así fue y nuestro colega está detenido.

Nótese que entre personas decentes e integérrimos, basta la palabra y la expresión para acordar acciones de común entendimiento. Ni Ramos Tremolada o Javier Valle Riestra podían imaginar que Niño Diego iba a incumplir. Curioso como ingenuo razonamiento ¿no? Un individuo acostumbrado a vivir de los recursos de otros; diestro en exaccionar al Estado peruano de dineros por un trabajo que nadie conoce; hábil en la farsa montada desplumando gringos de múltiples agencias, lo acontecido está en su línea de carrera de felón y pobre diablo. ¡Así de simple!

Días atrás revelamos con detalles irrebatibles cómo gestionan fondos los de la chacrita particular fautora de dólares abundantes de Niño Diego, la Comisión Andina de Juristas, ONG de nombre pomposo y principal guarida de este tipo y su banda de vivos. Un gringo en el paroxismo de su desesperación me dijo en una mezcla de idiomas divertidísima: No more cojudos, Niño Diego! Aludía así al hartazgo que tienen estos norteamericanos con las huestes del susodicho y sus talleres, folletos, libritos de difusión barata y dólares abundantes de los que nunca dan cuenta.

¿Fue inexacto o se equivocó Ricardo Ramos al afirmar que aquella pareja de abogados, uno en la anodina presidencia transitoria y el otro en el portafolio de Justicia, liberaron terroristas? ¡Para nada! Fue exacto y hay comprobación en documentos secretos que ningún medio de comunicación quiere mostrar porque ¡simplemente pulverizarían las aspiraciones presidenciales de un Enano y tonto útil al que hay tener en el candelero por si las moscas, es decir en caso de buscar otra opción!

La pusilanimidad de Niño Diego no es nueva. Ya antes y desde la Cancillería que ocupó en momentos aciagos para el Perú por su pro-chilenismo descarado y servil, había amenazado a un periodista con enjuiciarlo penalmente. Como el procurador de entonces se negó a ser cómplice de esta malhadada acción, Niño Diego botó al funcionario a la calle. Ciertamente ¡nunca tuvo la hombría de hacerme juicio ni nada parecido! También le espetaba públicamente cómo es que había metido a uno de sus amigotes, Mariano Valderrama, a todo lo referido a dineros provenientes del exterior. Irredimible Niño Diego.

Ricardo Ramos ha debido pasar momentos muy amargos. Como injustos. Decir la verdad en el Perú siempre es un acto simbólico y riesgoso. En cambio blasfemar con la mentira; utilizar el venablo sin base; zaherir las causas de justicia; y engañar como los felones, es decir como Niño Diego, es una costumbre que habría que exterminar en los paredones. Ramos reía con gran alborozo y así compartí su alegría por el hilo telefónico. Sin embargo, todos muy atentos: ¡si un rayo le cae o daña un cabello de Ricardo Ramos, ya sabemos quién es el responsable, el pobre diablo de Niño Diego!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!