Serguei Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores, declaró el lunes 13 de febrero de 2006 que Moscú deseaba que el informe de la Comisión de Control, Verificación e Inspección de las Naciones Unidas (COCOVINU) sobre las armas iraquíes de destrucción masiva fuera presentado al Consejo de Seguridad de la ONU. Esta declaración se produjo al término del encuentro del señor Lavrov con Demetrius Perricos, presidente interino de la Comisión de Inspectores de la ONU.

Una solicitud de este tipo no tiene nada de inocente. De hecho, la Federación Rusa desea que la propaganda que rodeó el tema de las armas de destrucción masiva en Irak antes de que la Coalición organizada alrededor de Estados Unidos invadiera Irak vuelva a ocupar el centro de la atención. Rusia podría de esta forma poner en apuros a Londres y a Washington en los precisos momentos en que ambos países trabajan en la redacción de un proyecto de resolución sobre el tema nuclear iraní.

La solicitud se produce asimismo en momentos en que los ministros de Finanzas del G8, organización presidida por Rusia, analizan la posibilidad de extender a «la compra de armas de destrucción masiva» los mecanismos de lucha contra la financiación del terrorismo, como la congelación de las cuentas bancarias. Esta medida es solicitada por Washington que quiere utilizarla contra Teherán.