No termina aún la polémica acerca de las conclusiones-recomendaciones de la Comisión de la Verdad y el pueblo peruano no ha dado su veredicto expreso, popular, libérrimo, puntual, sobre su aceptación o no y la Defensoría del Pueblo anuncia que ya firmó convenios con entidades extranjeras para el seguimiento de lo expresado en ese documento. ¿Se puede embutir a un Estado y a su población lo que no es del todo conocido y sobre lo que hay sospechas de un tratamiento sesgado, en muchos casos fantasioso y exagerado, a través del tradicional manejo mediático y al caballazo? ¿Comienzan los mamarrachos en la DP?

El periodista Ricardo Ramos Tremolada no puede salir del país porque la jueza que ve su caso disfruta de lindas vacaciones. La suplente tiembla hasta su más íntima fibra porque de cambiar la detención tendría que enfrentarse al aparato de esbirros que maneja Niño Diego García Sayán. E, inexplicablemente, la Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, tan acertadamente activa en el tema de Milady Rojas, en este caso tan grave o más insultante a la conciencia libre del país, NO dice ¡esta boca es mía! ¿Su sociedad en la Comisión Andina de Juristas con Niño Diego es más pesada que la ley y la dignidad humana que Ramos merece como cualquier otro ciudadano libre pensante?

En la nómina de Consejo Directivo y Asociados de la Comisión Andina de Juristas, figuran Beatriz Merino Lucero, Allan Wagner Tizón, Francisco Eguiguren Praelli al lado de Niño Diego. Gracias a las marrulleras artes de éste, Ramos Tremolada, al retornar al Perú, días atrás, debió pasar 24 inolvidables horas en la cárcel. Ciertamente cuando un facineroso invoca argumentos policiacos y patibularios, tiene patente de corso para la comisión de estas malas artes porque es un “respetable” miembro de la sociedad y ejerce toda clase de presiones y repartos. Por tanto, el silencio cómplice, adláter y vergonzoso de quienes son sus socios, comparsas o cómplices, deviene natural, inextricable, aberrante. Y así ha ocurrido. La señorita Merino, flamantísima Defensora del Pueblo, se jala los pelos públicamente por el caso de Milady Rojas a quien probablemente no ha visto jamás, pero enmudece en el caso de su amigo personal Ricardo Ramos Tremolada. ¡Poderoso señor es Niño Diego!

¡No es el único caso! Tampoco, ni de oficio, la DP Merino se inmuta ante la cuarta falla ocurrida en el gasoducto de Camisea, a pesar que ayer mismo se le impuso a la firma TGP una multa que siempre sanciona hechos anormales u ocurrencias dañinas al medio ambiente y criminales contra las poblaciones lugareñas. Nada de esto es importante para la DP. En cambio sí lo es contraer contratos con entidades foráneas para el seguimiento de las recomendaciones de la CVR.

Felizmente, frente a la claudicación temprana y anunciadora de qué va a ser la gestión de Beatriz Merino en la DP, hay expresiones rotundas y dignas como la emitida por el Instituto de Derechos Humanos que en su comunicado de ayer 22 dice: “El presidente del Instituto de Derechos Humanos (IDH) de Lima, Luis Alberto Salgado, declaró que la denuncia penal por el presunto delito de “difamación agravada” interpuesta contra el escritor y periodista peruano Ricardo Ramos Tremolada, por el ex ministro de Justicia y de Relaciones Exteriores del Perú, y actual miembro de la Corte Interamericana de San José, Diego García Sayán, constituye un atentado contra la libertad de expresión y un serio obstáculo en la construcción de una cultura de derechos humanos en el país”.

Además: “Finalmente, Salgado invocó al miembro de la Corte de San José (García Sayán) a tener presente que como magistrado de este alto tribunal de derechos humanos tiene la delicada responsabilidad de observar una conducta democrática intachable exenta de la menor sospecha de arbitrariedad y abuso, y que lo más recomendable a favor de la lucha por los derechos humanos en el Perú es resolver cuanto antes esta desagradable situación surgida por su denuncia interpuesta contra el escritor Ramos Tremolada”.

Mientras que unos callan desvergonzadamente, otros se internan en los justicieros y legítimos, como limpios caminos de la lucha por los derechos humanos sin discriminación por razón de ideas, credos, colores de piel o capacidad económica. El pueblo tiene que entender bien que los falsos apóstoles tienen los días contados y que no hay mejor ruta que aquella que señalan las grandes convicciones de justicia y ganas enormes de forjar un Perú libre, justo y culto.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!