Mientras que en una non sancta alianza, pero muy comercial y oportuna, Pluspetrol, Techint y TGP (Transportadora del Gas Peruano) defienden hasta con las uñas su gasoducto que ha fallado en menos de 12 meses hasta en cuatro oprobiosas oportunidades, los políticos peruanos, o mejor dicho, los clubes electorales, no muestran una actitud valiente como para exigir ¡de inmediato! una auditoría exhaustiva de estas empresas, la intervención del Ministerio Público y la detención de sus principales ejecutivos para evitar que se las piquen a sus países de origen. ¿Faltan pantalones en Perú?

El sinverguenza Norberto Benito, contador público de nacionalidad argentina, gerente general de Pluspetrol ha dado por explicación de las fallas del gasoducto que éste está construido en zonas sísmicas. ¡Esta barbaridad que parece no alterar los ignaros nervios de los políticos, es una falta de respeto al pueblo peruano! Ocurre que en el Valle de La Convención, Cusco y en Ayacucho hay más de ¡56 muertos! en las obras del susodicho gasoducto. ¡Y no hay investigación que dé cuenta al milímetro de qué ocurrió! ¡Hasta una funcionaria platense cayó a un río y por todo consuelo se le hacen misas en cada aniversario del deceso!

Las cabeceras de los cerros han sido destruidas; los ríos contaminados y su rica fauna envenenada; los pueblos han sufrido la invasión literal de foráneos que nunca han respetado la identidad cultural de los regnícolas y, por el contrario, les han agredido de mil y un formas. ¡Todo permitido por malas autoridades ediles, policiales y gubernamentales a quienes cualquier limosna satisfacía con tal de ganar algún dinero sucio!

Es preciso recordar que en el ya lejano 2002 nos cupo la ocasión emocionante de visitar los campamentos y zonas aledañas de Camisea. Entonces logramos rodar un vídeo: Valle de La Convención, Cusco: Tierra de Nadie, en que denunciábamos los abusos de Techint, Pluspetrol y TGP con testimonios de lugareños y vistas que ningún canal nacional quiso pasar desde Lima. Entonces, como hoy, cuestionar a Camisea, constituía un acto “contra la inversión y el desarrollo”. Felizmente, casi un lustro después, los hechos son más fuertes que las inmoralidades y los temas caen por su propio –y desgraciado- peso, dando cuenta de las tremendas anormalidades que se han perpetrado en esas zonas andinas.

Pregunto en voz alta: ¿y donde están las ONGs que dicen custodiar los derechos humanos? Qué ¿nuestros compatricios indígenas no son tan “rentables” para su captura de fondos extranjeros y para sus tallercitos, fórums y folletitos? ¿Qué clase de “inversión” es la que ha, a su imagen y semejanza, fabricado el Banco Interamericano de Inversión? No olvidemos que el BID, durante el régimen de Enrique Iglesias, hizo de todo y toda clase de maniobras, para otorgar la licencia social a la construcción del gasoducto y lo relacionado a Camisea.

¿Y los partidos, más bien clubes electorales? ¿No sería bueno que despierten de su modorra avergonzante? Prescindamos del Enano perinola, ese petiso mediocre que pretende aires de estadista con porcentajes que le harán renunciar dentro de muy pocos días, porque él está entre los responsables más conspicuos de haber firmado una concesión que tenía fallas desde su inicio mismo. En cambio, apelemos al sentido común: ¿no será posible que los peruanos podamos ajustarle las cuerdas a unos sinverguenzas descarados que hasta hoy han tenido patente de corso? ¡Es el momento y no hay nada –no puede haberlo- por encima de la voluntad férrea del pueblo para castigar a los ladrones y a los delincuentes!

Si los históricamente cancelados dirigentes de todas las vertientes son incapaces de demostrar coraje y dignidad frente a la putrefacción que hay en Camisea, los más jóvenes tienen la oportunidad de demostrar su capacidad de relevo. ¡Viejos a la tumba, jovenes a la obra!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!