Pluspetrol, una firma muy pequeña que no está ni siquiera entre las primeras 100 del mundo en energía o petróleo, exporta con el nombre de nafta, diesel y gasolina, desde Pisco y en una cantidad no menor a ¡35 mil barriles diarios! Para evitar el ojo público ha fabricado un conveniente pleito con la Municipalidad de Paracas de modo que, en clásico giro, los abogángsteres hacen de las suyas pero el bicho de fondo, el negociado que sufraga en exceso los costos de Pluspetrol ¡está vivito y coleando!

¡Esa misma nafta es la que se derrama por el gasoducto cada vez que se parte o deteriora en alguno de sus tramos! Como aquí ningún líder político o presidencial ha metido diente en el asunto escandaloso que es que un “gasoducto” con menos de 12 meses falle hasta en cuatro oportunidades, los grandes vivos de Pluspetrol, Techint y TGP, salen bien librados. ¡Hay cobardías dolarizadas!

Por eso a estas empresas no les importa un ardite vender gas en el Perú. Todo lo exportan y lo cotizan afuera más barato que lo que Perú paga ¡por esos mismos productos cuando los importa! ¿Y a quiénes se los compra?: ¡a estas mismas firmas! Entonces si el gas sube y grava el ultra-dañado bolsillo popular, a Pluspetrol, Techint y TGP, les va y les viene. ¡Total el rédito es vender en el exterior! ¡Y que los peruanos se jodan! (Así se lo escuché a un funcionario argentino).

Y en la cara pelada de los políticos de juguete que son los nuestros y en plena campaña electoral, Norberto Benito, el hombre fuerte, contador público hijo de Argentina, dice que la culpa de las fallas del gasoducto la tienen nuestras topografías que son sísmicas. ¿Caradura el tipo, no?

Algunas comparaciones pueden resultar sumamente incómodas para los responsables del adefesio que hoy llaman gasoducto: 1.- El gasoducto Bolivia-Brasil costó $ 2 billones de dólares por un tramo de 3000 kms. que va de Santa Cruz-Porto Alegre -Santa Catarina-Sao Paulo con un diámetro de 48 pulgadas y 50 turbo compresores marca Solar; 2.- El gasoducto de Camisea costó $ 1.6 billones de dólares por un tramo de 400 kms. con un diámetro de 20 pulgadas y 4 turbinas; 3.- El Oleoducto Norperuano costó 800 millones de dólares por un tramo de 800 kms. que va de Loreto-Amazonas-San Martín-Cajamarca-Piura con un diámetro de 48 pulgadas con 35 turbinas y muelle de embarque en Bayóvar.

¿Quién explica estas diferencias de costos? ¿Qué entidad seria e imparcial ha auditado estos mismos costos? ¿Cuáles son las diferencias de inversión declaradas y confrontadas tributariamente? ¿Ha ocurrido en el gasoducto esa sobrevaluación desaforada de precios que suelen usar empresas tramposas como acontece en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez concesionado a Lima Airport Partners, LAP?

Un modelo perverso pero muy común consiste en declarar costos elevadísimos y pagar muy por debajo de los mismos, sin embargo, la trampa ya está hecha. Un ejemplo: LAP ha sumido a Perú (el Estado avaló) en dos préstamos con bancos alemanes y norteamericanos por US$ 125 millones de dólares. Exagerando lo invertido en la cosmética del Jorge Chávez no llega a US$ 25 millones de inversión. ¿Dónde está el resto del dinero contraído como préstamos respaldados por Perú? Ositran, la encargada, según el contrato de concesión de escudriñar al milímetro a LAP, brilla por ociosa, panzona y paquidérmica para reaccionar frente a unos pillos redomados. Téngase en cuenta que la concesión del Aeropuerto Jorge Chávez y Camisea son dos de las joyas más preciadas de las que se huelga y ufana el presidente Toledo.

Las expresiones recientísimas de la Defensoría del Pueblo sobre las irregularidades en Camisea constituyen el fin de un silencio que empezaba a ser sospechoso. Hay que analizar el documento y comprobar minuciosamente si es lo que dice ser o sólo representa una excusa burocrática excelente para pretextar que han cumplido. La mesa con caviar y modus operandi muy conocidos y que usan las extremas para justificar sus sueldos es un tema por sí solo.

Además, que El Comercio, uno de cuyos socios, Graña Miró Quesada ha tenido participación notoria y conspicua en las obras civiles del gasoducto de Camisea, hoy esté en censura franca al megaproyecto, revela que la procesión va por dentro y que hay que averiguar mucho más sobre la naturaleza del intríngulis. Ciertamente, cuando los leones se pelean es porque no están contentos con las repartijas.

Desde el mismo comienzo Camisea estuvo plagada de trampas. El consorcio Elf-Total-Fina perdió la buena pro porque su oferta, en sobre secreto, fue leída aviesa y cazurramente en las oficinas de un notario, Néstor Scamarone, en Comas, antes de su apertura oficial. Luego este individuo ha pontificado, por años enteros, sobre las bondades de Camisea. ¡Claro, si todo arrancó con su padrinazgo documentario y cómplice! El resultado fue que las firmas ganadoras SK, Hunt, Hidrocarburos Andinos SAC y Pluspetrol, se alzaron con el premio. Pero, Hidrocarburos Andinos SAC no existía siquiera en los registros públicos y tampoco tenía la más mínima experiencia en el rubro energético o petrolero. Después desapareció misteriosamente y su lugar fue ocupado por Techint.

Un ministro poderoso y mañoso, Jaime Quijandría, que ocupó las carteras de Energía y Minas y Economía, tuvo la desfachatez de declarar que él tenía “un espía” en Camisea y que ello le permitía estar al tanto de los progresos íntimos del gran megaproyecto. Hay que reconocer que no mentía. Su hijo, Martín Quijandría, castellano-hablante y mayor de edad y por el exclusivo y fortuito hecho de ser hijo de su padre, ocupaba la gerencia general adjunta de Sodexho, empresa francesa especializada en proveer de alimentación a todos los centros mineros más importantes del Perú e intoxicar a los trabajadores cada cierto tiempo. Nótese la urdimbre: Quijandría pone a su hijo en Sodexho que está en todas las minas rentables y en el gobierno hay un gato como despensero. Pocos años atrás, este mismo Quijandría había sido parte de la pandilla que remató en unidades de negocios a Petroperú. Y siempre cae parado, ahora es funcionario del Banco Mundial, madriguera adonde recalan todos los pendencieros latinoamericanos que subastan su alma con el único propósito de colocar los capitales de esta entidad financiera y con ¡muy buenos sueldos! Y también está por esos parajes el inefable ex ministro ¡también de Economía!, Javier Silva Ruete.

El escritor argentino Jorge Abelardo Ramos hablaba de los serviles orgánicos. En Perú, con fanales propios de sinverguencería inigualable, con el rastrerismo propio de quienes están acostumbrados a huir por las fronteras porque pagan con dineros del Estado a empresas tramposas como IPC, International Petroleoum Company, el vendepatria militante Pedro Pablo Kuczynski, es una variable nefasta en la historia de este quinquenio entreguista y sumiso que ha sido en momentos abisales, la administración de Alejandro Toledo. En no poco PPK ha contribuido a la impunidad continua de Camisea y sus tributarios desde la prensa y los medios, todos muy bien sobornados y por ello, comprados. No llama, pues, la atención que PPK se escandalice cuando le mencionan la revisión de los contratos, aunque sea el mediocre e inmoral Enano perinola quien sostenga, luego de haber firmado años atrás el contrato, semejante postura.

Por alguna razón, que los intelectuales peruanos no se atreven a denunciar, hay una vocación de vendepatrias militantes en la tecnocracia nacional. El dólar, y si son abundantes mucho mejor, los seduce e idiotiza. No hay criterio nacional o nacionalista porque es más cómodo echar la culpa a los fracasos históricos cuando ¡precisamente! por falta de ese amor al terruño, el Estado peruano y sus burócratas inmorales, sólo han hecho del servilismo una norma de conducta, una aberración en el servicio público. Hoy sobran esos ejemplares y son los que se desgañitan “demandando” la firma de todos los TLCs posibles: con Chile, con Estados Unidos, ¡con quién sea! Los Ferreros, los de la Flor, los Manriques, son hitos malolientes de una descomposición antipatriótica acelerada. No se puede quejar el vendepatria militante PPK: ¡tiene alumnos excepcionales!

¿Hará un mea culpa el BID, Banco Interamericano de Desarrollo? Enrique Iglesias hizo cuanto estuvo a su alcance y no hesitó o dudó en contratar a todos los mercenarios pseudo-intelectuales de ONGs y asociaciones o de lo que fuere, para conseguir barniz social e ideológico y obtener, de ese modo, la colocación de los capitales. Lo traían a Camisea en época de lluvias, entonces no podía ir a la zona. ¡Pero los préstamos sí se aprobaban y Camisea proseguía con el alborozo inocente (¿?) del gobierno de Toledo!

Hoy cuando las fallas del gasoducto empiezan a descubrir anormalidades incompatibles con los más mínimos estándares de calidad tecnológica de artefactos iguales en otras partes del mundo, comienzan las borrascas y los nerviosismos. ¡Cuántas complicidades, cuántos negociados, cuántos crímenes se habrán cometido! Extraña, sin duda alguna, que los políticos peruanos, en plena liza electoral, sean tan ciegos como para no olfatear la pestilencia que tiene todo este gigantesco engaño contra el Perú. Bien hicimos en mayo del 2002 en la primera carátula de Dignidad cuando pusimos: ¡Camisea es una estafa!

¡No son pocas las canalladas que en Camisea se han llevado a cabo!

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!