Como si la estafa del gasoducto de Camisea constituyera un tema episódico, deleznable, vil o intrascendente, el 95% de los partidos políticos, más propiamente clubes electorales, las ONGs que dicen custodiar los derechos humanos, las asociaciones, los medios de prensa, los colectivos de toda índole, ya mandaron el desván del olvido la clamorosa traición del Congreso que declina interpelar a PPK y toda la atención se centra en la democracia de juguete en que los principales candidatos se dicen de todo, insultos más, insultos menos. ¿Quién tiene la razón? ¿O todos tienen algo de verdad en cuanto afirman? ¡Ciertamente, la claudicación moral ante la historia no puede ser más flagrante y traidora!

Las ironías de la democracia de juguete demuestran cómo cuando un legislador como Javier Diez Canseco consigue las firmas necesarias para la interpelación a PPK, correlato indiscutible a múltiples artículos, denuncias, expresiones públicas, directas e imbatibles, sobre la inconducta frecuente como insolente del flautista polaco y presidente del gabinete de ministros del Perú, no es suficiente el esfuerzo, ni importan las poblaciones afectadas del interior por donde pasa el gasoducto-estafa y ¡mucho menos! interesa el proyecto de vida o los derechos humanos de esos compatricios ¡que también votan! Podría aventurar que esa rabia indignada es la de muchos millones a lo largo y ancho del Perú.

Felices, deben estar, con la democracia de juguete TGP, Transportadora del Gas Peruano, que ha exigido, días atrás, que el Estado cumpla con el contrato a través de un insolente como Ricardo Markous; Pluspetrol que tiene a un pillo como Norberto Benito que le echa la culpa a los sismos de las fallas del gasoducto-estafa y Techint, empresa que accedió al contrato de concesión por la ventana porque desapareció Hidrocarburos Andinos SAC, firmita que no existía cuando se entregó la buena pro a este conjunto de negocios en que hay muchos parlamentarios, abogángsteres, ministros o ex ministros, funcionarios de todo jaez y pelaje, metidos hasta el tuétano para defender los intereses creados de plutocracias antipatrióticas y profundamente envilecidas.

Solazándose de risa y alegría, deben –tienen- que estar esos empleados de transnacionales a los que la prensa-ujier y bien pagada en dólares, llama “empresarios” cuando apenas si constituyen empleados fieles y serviles de intereses foráneos, porque la democracia de juguete les va a permitir un TLC vasallo y entregado en bandeja de plata.

La democracia de juguete se retrata en la cosmética de las promesas electorales. Ayer se ha visto a la candidata de San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los banqueros, Lourdes Flores Nano, disfrazada de campesina en Cerro de Pasco. ¿Qué sabe el burro de alfajores o de minas o poblaciones que viven la tragedia perenne de la vida peruana en pobreza, aislamiento, discriminación, racismo y desprecio de quienes llegan sólo porque la democracia de juguete así lo obliga? ¡Ni una expresión de condena, de profundo dolor y solidaridad con los oprimidos! ¡Sólo paparruchas en forma de discurso y promesas, maire, maire, cabellicos que se lleva el aire!

Todas las pandillas intervinientes, directa o indirectamente, están de plácemes. Porque la democracia de juguete, a través de candidatos más bien tímidos, no ponen en la mira de fuego, como primera acción nacional, nacionalista, multipartidaria y enérgica, con la ley en los labios y el fusil y la tanqueta en las calles, de ser necesarios, a quienes se han beneficiado del gasoducto-estafa y del contrato de concesión bondadoso con las transnacionales del tercer mundo como Techint, Pluspetrol y TGP.

¿Será ese el tenor del próximo Congreso? Es decir, de pasar por agua tibia, como siempre, los grandes problemas nacionales, vivir de su explotación mediática y dejarlos tal como están para que el robo persista en su presencia insolente y agraviante con 26 millones de peruanos. Con mínimas excepciones parece no tener Perú otro destino. Acaba de decir el señor García, quien perdió la oportunidad de referirse a Camisea (¿o calló para no inquietar más el avispero?) que impulsará una revolución pacífica. ¿O sea que con pañuelazos vamos a ajusticiar a los cacos y delincuentes que están acostumbrados a expoliar y negociar el Perú según la medida de sus inagotables hambres contra el país? ¡Francamente, un yerro de magnitudes insospechables!

¿Qué están esperando? ¿Que se produzcan más fallas, muertes y desgracias en el gasoducto-estafa? ¿Que se las piquen los facinerosos de esas empresitas ladronas? ¿Que la democracia de juguete continúe con sus “preocupaciones”, como dice Aprodeh, la Defensoría del Pueblo, y no las condenas ardorosas y militantes a lo que todos saben ya como uno de los daños más evidentes al medio ambiente y al proyecto de vida de decenas de miles de peruanos? ¡Qué desfachatez más sinverguenza!

¿Es la democracia de juguete, una respuesta, a la ambición revolucionaria de cambio, justicia de pan con libertad, igualdad y fraternidad a que aspiran los peruanos? ¡Definitivamente, la democracia de juguete, no es una respuesta! ¡Antes bien, es un escollo, una rémora, una tara, una aberración!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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¡La democracia de juguete!
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