¡Construir con ira, destruir con odio! Presumo que en la intensidad lacónica de sus significados se encuentra alguna clave de análisis de la surrealista realidad peruana de nuestros días.

Construir con ira significa levantar las bases del Tribunal y Paredón Morales que tienen que juzgar a todos los cacos metidos en la cosa pública, empezando por el delincuente Fujimori.

Destruir con odio es tumbarse al reino de la corruptela, al imperio del conchabo, fabricado sobre la pobreza del pueblo peruano.

Construir con ira es alentar la indignación ante el oprobio. Si algo bueno tiene este desnudar frecuente de tanta inmoralidad es que hasta los niños toman conocimiento de quién es quién y qué hace en el poder.

Destruir con odio es botar, a patadas si es preciso, a los gorilas ladrones de los cuarteles que dicen dirigir cuando lo único que han hecho es robar el dinero a manos llenas.

Construir con ira es confeccionar -como dice Javier Diez Canseco- los libros blancos de la última década y que relaten las onerosas y hasta hoy secretas condiciones de mil y un negociados.

Destruir con odio es fijar a la categoría de traidores y pobres diablos a la inmensa colección de hampones fujimoristas en la administración pública, en la policía, en las fuerzas armadas, en el Congreso, en los medios de comunicación y recordar su pasado y presente para que nunca más vuelvan a ocupar cargos.

Construir con ira es impulsar un gobierno transitorio, sin fujimoris o sucedáneos, porque todos están en la colada. Olivera ha expresado que Tudela, podría ser la pieza de recambio y cabe la pregunta: ¿y es que este pobre fifí es blanca paloma en el inmenso cenagal fujimorista?

Destruir con odio es aborrecer la trampa, el cohecho, la zancadilla aleve, el chisme, la falta de coraje, la pusilanimidad en la actuación pública. Es odiar a tarados como el congresista Chang Ching que anuncia en la radio que "puede generarse un vacío de poder si se declara la vacancia de la presidencia". ¿De qué piedra salió este idiota?

Construir con ira es organizar partidos con programas e ideas claras sobre qué hacer con el país y cómo extraerlo del marasmo en que habita. Es alentar la aparición de nuevos líderes limpios y sin pasado vergonzante.

Destruir con odio es pulverizar esas nociones que pretenden caracterizarnos como un pueblo sin personalidad, carente de valentía, de amor propio.

Construir con ira es empujar una profilaxia nacional y capturar a todas las ratas y meterlas en la cárcel. Si faltan centros penales, que se rehabiliten El Frontón y El Sepa.

Destruir con odio es una tarea imprescindible para que los periódicos y canales de televisión no sean las actuales cloacas fétidas.

Construir con ira es decir nuestras verdades a voz en cuello, con valetudinaria convicción que nos puede ir la vida en ello, pero persistirá por encima de contingencias, el altivo llamado a la consciencia cívica.

Construir con ira y destruir con odio, son pues nuestros emblemas y son un recado al corazón del pueblo para que se levante y limpie de alimañas el suelo patrio.

*Liberación, Lima-Perú, 12-11-2000