Ha dicho el candidato aprista que si Humala gana, los inversionistas entrarán en pánico, se ahuyentarán y habrá pérdida de empleos. ¿Porqué sospecho que este pseudo-argumento ya lo ha pronunciado la vendepatria Lourdes Flores, la candidata de San Dionisio Romero Seminario, el banquero de los banqueros? Si se trata de análisis histórico, García Pérez, cuyo ejercicio gubernamental entre 1985-1990 consistió en un largo calvario de absurdos, estúpidas maromas llamadas benevolentemente “voluntarismos” y una crónica lamentable de torpezas a cual peor, entonces, quienes debieran temer un gobierno suyo son ¡precisamente! los que entonces –como hoy- son los que traen capital.

García Pérez pierde originalidad. No recuerda lo que el viejo maestro Haya de la Torre sostenía desde su libro príncipe de 1928, El Antimperialismo y el Apra, sólo publicado y desde Chile, en 1936, los capitales tienen sus leyes y buscan su colocación. En buen castellano: es tanta la necesidad de inversión que tienen los capitales como de los Estados recibirla como fuente reproductiva y de generación hacia un horizonte compartido. Es decir ¡no se asustan! Tampoco migran por razón de nacionalidad, color de piel, credo político o discurso de boca para afuera. Armand Hammer se hizo más rico dialogando con Nicolás Lenin e invirtió en lo que entonces era la URSS. ¿Qué hace Estados Unidos invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en la actual China que muestra lo que ellos llaman, un socialismo de Estado?

No es poca cosa que el diario de la antipatria, El Comercio, destaque las expresiones, inexactas, burdas, peligrosas con su propia candidatura, de Alan García Pérez. ¿O creerá el señor que hay que aceptarle al pie de la letra cuanto dice? No hay duda que García es un animal político. Gran parte del resto son políticos animales con honrosas excepciones. El aprista es un hombre forjado y curtido. No obstante sufre de ciertas amnesias recurrentes, selectivas que en un hombre de su edad, que no llega a los 60 años, causan sorpresa. Cuando no profunda desazón.

Pocas semanas atrás, García Pérez coincidió con un periodista que había denunciado la existencia de notas reversales –hasta hoy secretas- entre Perú y Chile en 1969. Las firmó, de puño y letra, Javier Pérez de Cuéllar. Entonces se desempeñaba como Secretario General de Torre Tagle y en virtud de esos textos habría reconocido límites marítimos con el país del sur. ¡Precisamente, García demandó el esclarecimiento del asunto y pidió la justa sanción a quienes resultaran culpables de esta acción antipatria! ¡Con el calor de la campaña se olvidó del asunto! Don Javier ¡más aún! dijo que ni siquiera se acordaba.

¿De qué estamos hablando? ¡Pues nada menos que de todo lo contrario a lo que ha sido la prédica oficial del Estado peruano y de la Cancillería de nuestro país que asegura y afirma ante el mundo que NO tenemos delimitación marítima con Chile! Eso explicaría las cortinas de humo para impulsar la adhesión del Perú a la Convención del Mar y tender un silencio traidor sobre un asunto que merece y demanda explicación exhaustiva. ¿Será que Perú tiene que cargar con la tragedia histórica de respetar a vacas sagradas aún cuando hay la evidencia de inconductas flagrantes y sumamente desdorosas?

Ahora el señor García, puesto en el disparadero de una final que requiere de toda su energía y capacidad de creación, nos viene con el cuento para asustar intonsos que si gana Humala, entonces los capitales se esfuman. ¿O, ha cambiado 180 grados de posición ideológica y repite ahora el discurso de la reaccionaria vendepatria? Los apristas y humalistas, si son inteligentes y decididos, y decantadas las preferencias presidenciales, sólo pueden hacer una alianza patriótica, frenadora de dislates ociosos y violentismos anacrónicos para procurar un gobierno moderno con participación del capital, de los empresarios nacionales y los foráneos y bajo el imperio de la justicia social.

Los aventurerismos disparatados como el brulote de 650 mil empleos que anda anunciando apocalípticamente la postulante de los banqueros, Lourdes Flores, no son sino eructos. ¿Cuándo van a dar pruebas, desde las mismas cabezas, apristas y humalistas, que cuando hay que hacer equipo, es menester concretarlo, antes que fletar el paso del continuismo más reaccionario y conservador como que el que amenaza Flores Nano?

García Pérez debiera recordar que no todos en Perú son pasibles de la seducción que él innegablemente destila ante los auditorios. También que no es un dios sino tan sólo un candidato y que como tal, en el triunfo o en la derrota, tendrá que afrontar las duras responsabilidades que cualquiera de esas opciones comporte. Mientras tanto, haría bien, en pensar otros argumentos y no repetir vasallamente idioteces escandalosamente superfluas.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!