El compañero
Tubal Páez –presidente
de la Unión
de Periodistas de
Cuba y vicepresidente
de la FELAPlo
recordó, y varios
de nosotros sentimos que se hacía
justicia contra el silencio cómplice,
la ignorancia y la estupidez. Tubal
lo recordó, entre otras cosas, porque
es imprescindible no dejar de
echar luz allí donde la patraña, la
infamia y la mentira se renuevan
para atacar a Cuba.

En más de cuarenta y seis
años de Revolución Cubana, jamás
un periodista fue torturado,
desaparecido, asesinado. Jamás.
El último trabajador de prensa
caído en Cuba bajo las balas del
poder mafiatizado, fue el ecuatoriano
Carlos Bastidas, en 1959, cuando
estaba al frente del gobierno el
dictador Fulgencio Batista, destacado
sirviente de EE.UU..

Desde finales de los años cincuenta
en Latinoamérica más de
ochocientos periodistas perdieron
la vida en el ejercicio de su profesión;
muchos de ellos desaparecidos
por las dictaduras militares,
otros asesinados en el marco de
“las democracias” conocidas. Cientos
fueron torturados. Miles fueron
amenazados, agredidos físicamente,
despedidos de su trabajo, impedidos
de tener afiliación sindical,
censurados. Miles, miles, miles.
Hasta el día de hoy, inclusive.