Una de las cantinelas más grotescas que han usado los Ferreros, de la Flor y demás gonfaloneros acérrimos del TLC con Gringolandia y su firma "ultra-necesaria e
imprescindible", es que si éste no se rubrica, las exportaciones peruanas a Estados Unidos, a partir del próximo 31 de diciembre, fecha de caducidad del ATPDEA
(Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de Drogas), tendrán que pagar aranceles para ingresar a la potencia del norte y que entonces ¡sanseacabó, se paran las exportaciones y empieza el desempleo masivo! ¡Y esto es absolutamente falso!

Veamos. El ATPDEA sólo ha beneficiado a un tercio de nuestras exportaciones. Los otros dos tercios son exportaciones tradicionales té, café, cacao, castañas, etc., que desde antes no pagaban aranceles por estar incluidas en los regímenes de nación más favorecida y en el Sistema General de Preferencias que es una concesión generalizada a la mayoría de países del tercer mundo. Las naciones poderosas importan estos productos, para industrializarlos y luego venderlos como exportación a los países de donde proviene la materia prima.

Si caducara el ATPDEA y sin firma del TLC, existiría una imaginativa como ahorrativa solución mucho más barata: ¡que el Estado pague a los agro-exportadores afectados, el monto de los aranceles para ingresar a Estados Unidos!

Eso significa algo así como US$ 32 millones al año, significando un ¡ahorro! de US$ 8 millones frente a los casi US$ 40 millones presupuestados por el ministerio de Agricultura y aprobados por Economía y Finanzas para compensar, sola y únicamente, a los productores de maíz amarillo,algodón y trigo. Los números no mienten y son fría exposición de guarismos que representan un redireccionamiento de recursos pero todos tendientes a respaldar a los exportadores nacionales. ¿No se les ha ocurrido esta solución alternativa a los genios y gurúes que abundan en el gobierno y en su entorno? ¿O sí lo saben y lo callan porque entonces se caen todos los negocios especulativos, las migajas que premian las coimas y los "impuestos" que se cobran por hacer gastar más al Estado y robarse la plata de los peruanos?

Más aún. El apoyo a los trigueros, léase dinero de los contribuyentes vía compensación a los exportadores, no sólo le costaría al Estado sino que beneficiaría directamente a ¡San Dionisio Romero Seminario! el banquero de los banqueros, el mismo que obtendría ¡una ganancia adicional de US$ 75 millones al año!, que es lo que el Estado dejaría de recaudar mediante aranceles de importación del trigo norteamericano. Como es obvio, el mentor de la candidatura de Lourdes Flores Nano ¡no podía dejar de estar presente en un negociado especulativo y que engrilleta de una manera u otra la economía del Perú!

Años atrás, en las múltiples charlas de café que sostuvieran San Dionisio y su íntimo amigo Vladimiro Montesinos Torres en la famosa salita del SIN, el banquero de los banqueros consiguió ventajas, sinecuras y arreglos financieros y comerciales para
sus empresas y esto constituyó una ganancia adicional, en el episodio del "favor para mi bolsillo", que no era otra cosa que la rebaja del arancel del trigo, de US$ 400 millones para este forajido de saco y corbata, vía el pan y fideos que consumieron los peruanos en los últimos seis años.

¿Qué significó, meses atrás, la pomposa y desvergonzada exhibición de San Dionisio Romero Seminario junto al presidente Toledo en Palacio y a nivel nacional cuando se anunció al país el tema del TLC con Estados Unidos? Representó la surreal y asquerosa declaración que el caco mayor de la república estaba atrás de todo el negociado del TLC y ¡qué mejor forma de evidenciarlo que desde la primera tribuna del país!

Hay pues directa trabazón entre la defensa cerrada que hace la candidata vendepatria Lourdes Flores Nano del TLC con Estados Unidos, la presencia de Arturo Woodman, perrito faldero de su mentor San Dionisio y casi 30 candidatos a parlamentarios en Unidad Nacional vinculados de una forma u otra al banquero. A ellos es imposible pedirles cuota de amor al país porque prefieren hacer negocios y alentar tramoyas de
oligopolios o defender desde sus bufetes de abogángsteres cualquier concesión, trampa o tratado que se haga para proteger sus intereses. Y el TLC, así como está concebido, es una trampa. Para Estados Unidos es un simple acuerdo pero para Perú es un tratado internacional que está por encima de la Constitución. Por eso que nadie cuestiona los
tribunales ad hoc para la solución de contenciosos entre las empresas venideras y el Estado peruano. ¡Qué vergüenza!

Aquí no hay falta de imaginación. Hay carencia de pantalones para denunciar con puntos e íes. Y eso es algo que todos tienen que aprender a leer de la actuación pública de periodistas, comunicadores y demás responsables. ¡Así de simple!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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