Si, como dicta el rumor de la calle, la protesta de los pobres, la indignación de los que menos tienen y que están impotentes ante tanta guerra sucia y psico-sociales, uno de los tres principales candidatos se alza con más del 50% de los votos y, por tanto, gana en primera vuelta el comicio nacional, nada garantiza que no continúe la brutal arremetida de los sectores más retrógrados del Perú que controlan y financian los medios, en su casi absoluta mayoría; tiene fondos inacabables y sicarios enfermizos profundamente convencidos que son ellos los únicos con derecho a gobernar un país con 26 millones de habitantes.

¿Quién puede explicar de dónde saca Fernando Olivera dinero para pagar avisos en la televisión y radios? ¿Qué empresas o transnacionales son las que financian a este desprestigiado y conocido palafrenero de causas comerciales revestidas de cháchara patriotera? Podríase aventurar la conjetura que este personaje protagoniza el tristísimo papel de sicario cuya variable se gradúa según quien sufrague sus arremetidas paranoicas y obsesivas. Un individuo de su olfato sabe muy bien que no despierta simpatías sino odios, y viscerales. Como viscerales son sus campañas contra todo aquel o aquellos que necesite clasificar de enemigos.

Pasadas más de 48 horas del cierre de campaña en las calles y plazas, ya es posible intuir que la demolición de que fue objeto con argumentos, reales o falsos, Ollanta Humala, no ha sido del todo eficiente. Más bien pareciera que al victimizarlo ha generado solidaridades, alimentado más fanatismos y cubierto, muy a pesar de los otros candidatos, debilidades monumentales de arquitectura ideológica o programática del candidato de UPP. ¡Sólo la bestialidad ciega de una derecha cerril puede lograr éxitos a la inversa tan clamorosos!

El escenario futuro en caso de un triunfo de Humala no es difícil de prever: campañas mediáticas para aterrorizar a la población porque se “cae la democracia”; escondite mañoso de alimentos; escasez artificial de combustible; calificaciones a la baja y “alarmantes” por las agencias transnacionales que califican los riesgos-país; desistimiento-circo de inversión y “fuga” de empresas porque no hay “estabilidad tributaria o jurídica”; “análisis” caóticos sobre el país y su situación a cargo de cipayos funcionales a todos los gobiernos; presión de Washington y sus oficinas financieras para engrilletar, desde el saque o comienzo del partido, al nuevo gobierno, etc, etc, etc.

Si hay una segunda vuelta y de acuerdo a las informaciones privadas que dan cuenta que Alan García ya dejó atrás a Lourdes Flores, la liza se plantea entre Alan y Ollanta. No deja de ser interesante constatar que dos tercios del país, antes y después de los comicios del próximo 9, son contrarios y absolutamente dispares de la derecha reaccionaria y pro-imperialista que representa la candidata de San Dionisio Romero Seminario, Lourdes Flores. Y también es un hecho que el ex presidente tiene mayor experiencia política que su ocasional oponente Humala. Hasta allí los hechos objetivos.

Una final, algo más distante, entre Humala y Flores, promovería que el aprismo apuntara a que sus huestes voten disciplinada y enérgicamente por la opción que más se le pareciera, tanto por la composición social de sus militantes cuanto que sus aspiraciones justicieras y sociales difieren poco, es decir, por el candidato Humala. La lógica histórica y política impondría un razonamiento de esta calidad. En cambio, sí sería anti-histórico y aberrante que la veleidad y el oportunismo, por la vía del cubileteo y repartija de ministerios, impulsara el voto aprista hacia el derechismo vendepatria que representa Flores Nano.

Las encuestadoras, los medios, los sicarios en los medios y en la política, han hecho de todo y puesto el tinte cargado para destruir una candidatura. ¡Fracasaron! En cualquier caso, muy por el contrario, han afirmado la presencia de la víctima, para bien o para mal, como elemento importante y cotidiano del país. Si hay algo que ha sido la derecha peruana es inepta, corrupta y orgánicamente servil.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!