Si hoy votamos y al optar por una primera o segunda vuelta, de acuerdo a las preferencias, hacemos lo propio con los miembros del Establo pero todo sigue como está, es decir, una democracia inepta en que predominan las pandillas de poder que manejan casi todos los medios al 90%; en que transnacionales se hacen contratos con el Estado llave en mano y con dedicatoria; cuando las leyes se forjan para el interés inmediato y lucrativamente criminal de empresas exaccionadoras; entonces ocurre la gran frustración republicana que grafica que esta mal llamada democracia no sirve sino para continuar el cuadro generalizado de corrupción institucional y que significa que 5% maneje al 95% restante de los 26 millones de peruanos.

¡Si no se conquista la democracia económica vía la gestión política, con la participación masiva del hombre de a pie, del que viene de las pequeñas y medianas empresas, en la gestión y beneficio de la riqueza, corremos el riesgo de seguir convalidando una democracia esencialmente corrupta porque nace de la premisa de la desigualdad, el racismo, la insolencia de los poderosos y la marginal, colateral y desdeñable participación de los más y predominio de los menos! En buena cuenta, dejar todo como está, es seguir siendo cómplices del cuento de la democracia embutido al pueblo a fuerza de un martilleo brutal por los medios. ¿Qué democracia es aquella que impide que la gente tenga trabajo y no sea sino un guarismo vil al que hay que convocar sólo para que vote? ¿Y nada más?

El Jurado Nacional de Elecciones ha admitido la iniciativa legislativa con la firma de más de 60 mil ciudadanos para que el TLC con Gringolandia y el ALCA sean objeto de un referéndum y el pueblo decida si Perú firma lo que es un tratado y apenas un acuerdo de muy poca monta para Estados Unidos. Si el Congreso tiene que discutir esta decisión en los próximos 90 días ¿a cuento de qué el presidente Toledo está cuasi desesperado por irse a Washington a firmar el TLC? Hay sobradas razones para empezar a desconfiar de las supuestas razones que inciden en esta desconyuntada decisión empujada a ultranza por los tecnócratas –y futuros capataces- que abundan en su ministerio del TLC, oficialmente de Comercio Exterior y que brillan por su desvergonzada actuación vendepatria.

¡Más aún! Voces serenas están advirtiendo que si Perú acepta sólo la certificación norteamericana de sus carnes y no son analizadas aquí por ningún organismo competente, entonces, hay el riesgo de empezar epidemias o flagelos en la salud de cientos de miles de personas si alguno de esos productos tienen el mal de las vacas locas pasado por alto por autoridades irresponsables y ¡criminales! ¿Qué prisa hay para firmar el TLC? ¡Aquí hay mucho pan por rebanar!

El mayúsculo embuste que la democracia coja per se porque sólo se refiere al aspecto político, es un robo que se hace sistemáticamente al pueblo peruano. Curiosamente, quienes piensan distinto que los “formadores de opinión” consagrados por un sistema cerrado y chato, “no existen” porque jamás son llamados a opinar o no se les publica, condenándoseles a una virtual muerte en vida. Y sólo los escogidos o más bien cómplices muy bien remunerados, tienen voz funcional en este coro reaccionario. La democracia si no tiene su lado económico y participativo, fiscalizador e integrador, simplemente es una porquería maquillada para parecer una belleza.

Con el poeta hay que repetir: “No son muertos los que en la dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía”. Y también es bueno recordar a todos los paniaguados del sistema que “los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud”.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!