Las provincias de la costa ecuatoriana, una vez más, son víctimas, no del invierno, sino de la falta de presupuesto para el gasto social; esto ya es costumbre en todos los gobiernos, especialmente en las últimas décadas, a raíz de la imposición del esquema neoliberal que privilegia el pago de la Deuda Externa y las Privatizaciones.

Como siempre, las víctimas de esta conjunción: estación invernal y falta de la obra pública para el drenaje de las aguas lluvias, son los sectores más pobres de las zonas urbano marginales y rurales.

Cuando de los sectores pobres se trata, acá se procede igual que en EEUU en el caso de NUEVA ÓRLEANS: todos sabían lo que podría pasar, pero nada hicieron para evitarlo.

En estas circunstancias, se repite en las provincias afectadas brotes de dengue clásico o hemorrágico, que actualmente son mayores que en años anteriores, rayando en epidemia, pese a que inicialmente las autoridades de salud han querido minimizar este problema sanitario; inclusive hicieron declaraciones diciendo que estaban perfectamente preparados para enfrentar esta situación... Hasta que ante el diagnóstico de 4 casos de dengue hemorrágico comprobados por exámenes de laboratorio, en pacientes del Hospital del Niño en Guayaquil, el lunes 20 de febrero/2006, y ante la presión publica, el subsecretario de salud del Guayas entregó un informe “oficial” en que constan 23 casos de dengue hemorrágico en el Litoral; y en cuanto a dengue clásico hay 693 casos en Guayas, 113 en Manabí, 116 en Los Ríos, 287 en El Oro y 142 en Esmeraldas, lo que da un total de 1.351 casos (Diario El Universo, 24 de febrero/2006-Pág. 4B). Sin embargo, el 10 de marzo/2006, en la pág. 7B de Diario El Universo, la Subsecretaría informa que hay 1.858 casos solamente de dengue clásico, más 20 probables de dengue hemorrágico, 35 casos confirmados de dengue hemorrágico y 2 fallecidos, lo que da un total de 1.915 casos en la región costa del país, o sea 564 casos más en 14 días.

Es evidente que el mayor número de casos se producen en la provincia del Guayas, que está bajo un gobierno SOCIALCRISTIANO los últimos 12 años; y, en Guayaquil, la ciudad más grande del país, a pesar de los pasos elevados, las autopistas, los túneles, los adoquinados, los malecones y los planes tan publicitados como "MÁS SALUD", se inundaron calles y casas en prácticamente toda la ciudad, menos las ciudadelas donde vive la rancia oligarquía.

Además que la falta de eficiencia de la empresa canadiense (INTERAGUA), concesionaria del servicio de agua potable, drenaje y alcantarillado de la modernizada, "regenerada" y privatizada Guayaquil, obliga a los habitantes de las áreas urbanomarginales a almacenar agua en recipientes que facilitan la proliferación de los mosquitos vectores del dengue y el paludismo.

Ante este drama que viven los barrios pobres de Guayaquil, ¿cuál es la repuesta del alcalde socialcristiano Nebot? El Diario El Universo (Pág. 6B del 27 de febrero/2006) dice textualmente: “el municipio saca al aire avisos radiales y de televisión en los que aclara que no tiene nada que ver con el alcantarillado de la ciudad, esto a propósito de las inundaciones en diversas zonas de la ciudad. En las propagandas se indica que cualquier reclamo debe realizárselo a la concesionaria INTERAGUA” (¿?).

Yo pregunto: ¿cómo, entonces, el alcalde sí se entromete en el Registro Civil, en el Cuerpo de Bomberos, en el IESS, en la Educación, en la Salud, en la Seguridad (que en ninguno de esos ámbitos ha solucionado nada)? PIENSO QUE ÉL TIENE QUE RESPONDERLE A LA GENTE CUYOS FAMILIARES SUFREN Y MUEREN POR CULPA DE LA EMPRESA A LA CUAL NEBOT Y SU PARTIDO LE DIERON LA CONCESIÓN DEL SERVICIO DE ALCANTARILLADO Y AGUA POTABLE.

También, por efecto de las lluvias y falta de protección en las laderas y tierras bajas, se hundieron casas: 64 en Guayaquil y 26 arrasadas por un tornado en los recintos El Carmen y La Rosaura de la Parroquia Tarifa del cantón Samborondón; en total 90 casas de gente muy pobre se destruyeron.

Ahora podemos palpar y ver el verdadero rostro de la administración pública nacional y seccional, cuya ineficiencia y abandono a los sectores populares se ocultó tras la cortina de las obras faraónicas, vistosas y costosas.

TAMBIÉN PODEMOS ENTENDER QUE NO NOS SIRVIÓ DE NADA TODO AQUELLO DEL GUAYAQUIL "MÁS CIUDAD", porque hoy somos MÁS noticia por LOS CASOS DIAGNOSTICADOS de dengue, paludismo. meningococemia, leptospirosis y otros brotes de enfermedades infectocontagiosas que son propias del atraso y la miseria.

Hay que resaltar que en el cantón Esmeraldas, que tiene una administración de izquierda revolucionaria (MPD), ahora ya no se han presentado las tradicionales inundaciones, destrucción de calles y viviendas por los deslaves, debido a que su alcalde, Ernesto Estupiñán, priorizó las obras básicas para su pueblo.

"Por su parte, el gobierno del ‘médico’ Palacio, aprobó un presupuesto de $230.000 para adquisición de medicamentos e insumos para todos los Hospitales Públicos de Guayaquil y $210.000 para contratar ‘promotores’ de salud; esto resulta un sarcasmo: que se gaste en esos contratos, porque la prevención debió hacerse antes que se produzca el brote epidémico de dengue. Lo indignante es que este dinero solamente ha servido para darle empleo a unos cuantos militantes del MOVIMIENTO BLANCO, partido político del presidente Palacio, los cuales no realizan ninguna labor de campo, o sea que son nuevos ‘pipones’.

Entonces preguntamos y denunciamos: ¿por qué se ha entregado decenas y cientos de millones de dólares para obras que benefician a empresarios del turismo y a los grandes comerciantes, mientras se ha negado los recursos económicos para las obras básicas?.

"Por eso el FNSP (Frente Nacional por la Salud de los Pueblos) exige que el Presidente de la República rectifique la política presupuestaria del régimen y que de inmediato destituya a las autoridades de salud regional, de la provincia del Guayas y también al Ministro por ser cómplice y encubridor de sus subalternos indolentes, inútiles y corruptos.

Si no actúa el presidente, quedaría ratificado el carácter de este régimen, que ha sido calificado como uno de los más deshonestos de todos los tiempos.

Por su parte, el Municipio de Guayaquil tiene que dar por terminada la concesión a INTERAGUA y asumir directamente la responsabilidad de un servicio básico, tan importante como alcantarillado y agua potable, y ponerse a trabajar por lo que es realmente importante para los pobres de Guayaquil.

Esto es una alerta para los sectores populares de las demás provincias, para que se opongan a las pretensiones de otros alcaldes y prefectos de derecha que pretenden concesionar los servicios básicos y dedicarse a hacer obras vistosas, pero sin atender las prioritarias, en los barrios pobres, parroquias y recintos.

Las lluvias actuales, como ha sido desde hace siglos, cuando había más bosques nativos, y las de los próximos inviernos, continuarían destruyendo año a año viviendas, puentes y edificios, si es que sigue la tala indiscriminada de árboles (en Atacames, el peso de los gigantescos árboles que se llevaba una empresa maderera depredadora, hundió el puente principal y dejó incomunicada a la población), pero también seguirán si es que no se hacen las obras de represamiento, drenaje controlado y contención del agua que están diseñadas y planificadas hace décadas.

Lo paradójico de esto, es que cuando los inviernos son con pocas lluvias, los hermanos campesinos son devastados por la sequía, porque los millones de m3 de agua de los inviernos, como el actual, se pierden ante la falta de reservorios suficientes y seguros.

Los gobiernos nacionales y seccionales del país, de los partidos políticos de la derecha, sobre todo desde 1972 que comenzó la era petrolera, tienen que ser juzgados y deben responder por este crimen social y medioambiental.