Privado de su carismático fundador, el partido Kadima no ha logrado convencer a muchos israelíes de su visión de la cuadratura del círculo judeo-palestino, entre política represiva e iniciativas de conciliación. Por otra parte, la oposición laborista tampoco ha convencido con sus promesas bastante unilaterales de seguridad y paz. El partido de Amir Peretz sólo aporta una sexta parte de los diputados, el Likud de Benjamin Netanyaou cayó al quinto lugar, después de otras formaciones nacionales y religiosas. Son ellos, así como el Partido de los Jubilados, los vencedores de estas elecciones, en un momento crítico en que, en el campo contrario, los palestinos han concedido la mayoría absoluta al movimiento radical islamista Hamas.
Estas elecciones demuestran por lo tanto que en la actualidad la mayoría de los israelíes –más allá de las diferencias políticas, y teniendo en cuenta especialmente el record de abstencionismo– está ante todo preocupada por las cuestiones internas y por la solución de los numerosos problemas sociales, y que prefiere relegar la cuestión palestina tras las altas murallas de concreto, abandonando a los árabes a su suerte, sin volver a verlos.
Esta «muralla en la cabeza» es actualmente, del lado israelí, un obstáculo para la paz como lo son los llamados a la guerra santa y al terrorismo por parte de Hamas, del lado palestino. A Olmert no debería costarle tanto trabajo formar un gobierno con una parte de la izquierda y otra de la derecha, pero no deben esperarse iniciativas de paz por parte de esta coalición.

Fuente
Frankenpost (Alemania)

«Mauer im Kopf», por Heinz Gstrein, Frankenpost, 30 de marzo de 2006.