Una de las exigencias por parte de los Estados Unidos en la mesa de propiedad Intelectual fue patentar plantas y animales, luego fuimos descubriendo que en la mesa de servicios EEUU estaba incluyendo la posibilidad de que quede abierta a la participación de empresas en materia de servicios científicos, la bioprospección, como ya lo logró en el TLC con Centroamérica y República Dominicana. Se puede avizorar las intenciones de EEUU, que son entrar a las zonas con alta biodiversidad y sobre todo un alto endemismo en los ecosistemas, para tener la posibilidad de hacer biopiratería.

La Biopiratería que trata de identificar microorganismos que se encuentren en la biodiversidad y que puedan resultar de utilidad económica y estratégica para empresas farmaceúticas que están interesadas en desarrollar medicinas para enfermedades que no tienen cura, o las que puedan surgir en el futuro y para el desarrollo de armas biológicas.

Por ejemplo, la bionanotegnología es una línea de investigación y desarrollo de armas que acompañan sus planes y programas económicos y de control de poblaciones en el mundo. Por ello, es importante seguir los elementos que encontramos en el proceso de negociaciones, porque eso nos permite ir advirtiendo las intenciones de los EEUU si logra que se cumplan sus exigencias en el TLC.

La biopiratería hace su ingreso físicamente a través de ecólogos, biólogos y antropólogos a las zonas ricas en biodiversidad y toma contacto con los pueblos y las comunidades que han desarrollado un conocimiento vinculado a la biodiversidad. Para el Estado la biopiratería y el patentamiento de animales y plantas ha pasado a ser un negocio, porque según algunos aspectos incluidos en el convenio de diversidad biológica, le permitirían al Estado compartir los beneficios con las empresas que patenten, lo que constituye una violación profunda de los derechos de los pueblos, que no solo se restringen a la presente generación sino a las futuras generaciones a lo largo de toda la región amazónica.

La historia nos dice que en nuestro país las comunidades han sido engañadas desde la colonia, la biopiratería tiene siglos de práctica, como el árbol de la Chinchona, hoy conocida como Quinina, que tiene propiedades útiles para curarse del paludismo. Una Virreyna se enfermó con paludismo y un Shamán de la zona de Loja le informó a un español que usando la planta se podía curar del paludismo, desde entonces se apropiaron de este conocimiento ancestral. Un caso suscitado hace una década es la exportación clandestina de 600 ranitas epipedovatis de los bosques de Esmeraldas, porque se detectó por parte de los habitantes de esta zona que en el lomo de las ranitas había una sustancia que tenía un efecto analgésico muy fuerte, 100 veces más potente que la morfina. Igualmente se vende información genética del pueblo Guaorany por Internet.

Las transnacionales ya se han aprovechado de estos elementos ancestrales como fue el patentamiento de la Yaguasca que es un planta con implicaciones sagradas para las culturas indígenas, el caso está abierto. Otros casos como en Bolivia, de variedades de papas, quinua que han sido patentadas, el fréjol en Perú y una variedad de productos en Latinoamérica que no necesariamente arrancaría con el TLC; ya se está dando un interés creciente de las empresas de acceder a la información genética que se encuentra en la biodiversidad de nuestros países. Con la firma del TLC las mencionadas empresas ya no tendrían que trabajar en las sombras sino que harían la Biopiratería con la Ley en la mano.