Desde 1992, a 500 años de la colonización europea en el continente, muchos países latinoamericanos adoptaron del 19 al 25 de abril como “La semana de los pueblos indígenas”, con el objetivo de evidenciar la permanencia de los pueblos originarios y difundir sus luchas actuales.

El Censo Nacional 2001 indica que en nuestro territorio habitan casi un millón y medio de aborígenes, mientras que la Oficina Internacional de Trabajo (OIT) señala que hay más de 300 millones de indígenas a nivel mundial.

En nuestro país viven al menos 17 etnias: Mocoví, Pilagá, Toba, Wichí, Chorote y Chulupí, Ava Guaraní y Chané, Mby’a Guaraní, Kolla, Huarpe, Diaguita-Calchaquí, Tonocoté, Vilela, Mapuche, Tehuelche, Rankülche, Ona-Criollo y Yámana-Criollo.

Si bien cada comunidad tiene sus luchas específicas, Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz, sostuvo que “la mayoría de los conflictos que se producen en los territorios donde habitan pueblos indígenas son, en realidad, luchas por el control de los recursos naturales, como la madera, los minerales, el petróleo y la biodiversidad”.

En Argentina, la pelea por la tierra y por la preservación de la identidad cultural atraviesa a todos los pueblos aborígenes. En este último tema, la supervivencia de las lenguas originarias es de vital importancia para la conservación de sus creencias, de su cosmovisión y de su memoria histórica y colectiva.

Hay que tener en cuenta que este tipo de lenguas pertenecen a una cultura de transmisión oral y que casi todas las experiencias de escritura en nuestro país han sido instrumentadas por académicos foráneos.

La problemática radica en dos ejes: muchos pobladores originarios se ven obligados a silenciar su lengua nativa por temor a la persecución y a la discriminación y, por otro lado, los ancianos de las comunidades irán desapareciendo y si no transmitieron la información cultural, las generaciones futuras no tendrán acceso al conocimiento de su propia historia.

Aunque en la Argentina existan un puñado de escuelas bilingües, eso no garantiza una educación intercultural. Más bien, a veces la lengua originaria se transforma en un objeto de colección o, en los mejores casos, en mera herramienta de la cultura occidental para traducir sus valores y principios. El Estado no ha instrumentado una verdadera política de educación bilingüe intercultural que le permita a los alumnos manejar la lengua oficial sin perder su cultura nativa.

En ese marco, las comunidades indígenas comenzaron a construir, con mucho esfuerzo, sus propios medios de comunicación con el doble objetivo de difundir sus luchas y mantener su lengua, su identidad, su cultura.

La radio, por antonomasia, es el medio elegido por los pueblos originarios ya que ese dispositivo se ajusta a esta cultura de transmisión oral. Entre las experiencias, vale mencionar a la comunidad Linares de Neuquén que obtuvo la primera licencia de radio otorgada por el Comfer a una comunidad nativa y a la primer Radio bilingüe escolar (castellano-guaraní) de Pichanal, Salta.

Otra iniciativa para destacar es la que lleva a cabo desde hace casi tres años la Red de Comunicación Indígena (RCI) que se encarga de intercomunicar a las organizaciones indígenas entre sí. La RCI trabaja con corresponsales de distintas comunidades originarias del NOA y el NEA, quienes graban periódicamente micros radiales con las principales novedades de su comunidad que luego son recopiladas con otros micros y se transmiten en más de 60 emisoras de Jujuy, Salta, Chaco y Formosa, entre otras provincias. Esta presencia mediática les permite construir su propia comunicación e intentar incidir favorablemente en la opinión pública sobre los temas de interés de los pueblos indígenas del Norte argentino.

Pero bien, más allá de estas valiosísimas experiencias, ésta y todas las notas periodísticas están elaboradas en el idioma del conquistador, es decir, en español. Cada vez que hablamos o escribimos estamos poniendo de manifiesto unas de las grandes consecuencias de la colonización: la erradicación de las lenguas nativas y la instauración del castellano como lengua oficial, con todo lo que eso implica.

El año pasado, en una jornada denominada “Qaralamaxat qa’araaqtaxanaxac” (Nuestra Comunicación), los habitantes tobas de Pampa del Indio, Chaco, resumieron que “para comunicarnos necesitamos respeto y coraje”.

Ojalá que todos los ciudadanos –especialmente educadores y comunicadores- tengamos el respeto y el coraje suficientes para promover, apoyar y difundir las lenguas originarias, la cultura de los pueblos indígenas y sus luchas, tan ancestrales como actuales.