Un gran titular de primera plana de la edición francesa de Metro (diario gratuito francés) del 18 de abril de 2006 muestra su color: Occidente estaría al borde del conflicto con Irán. Además de la referencia manifiesta al «choque de civilizaciones», la definición de Occidente varía según los autores, pero se puede deducir por el contenido del artículo que se trata de Estados Unidos, Europa e Israel, países mencionados al final del mismo.
Como argumentos contra el gobierno iraní en cuanto a su programa nuclear, el periódico recurre a los elementos habituales, con excepción tal vez de la demonización consistente en comparar al presidente Ahmadineyad con Hitler. Primer elemento: mantener la ambigüedad entre enriquecimiento de uranio –necesario incluso para un uso civil y legal según el Tratado de No Proliferación– y fabricación de la bomba atómica, mencionando las sospechas occidentales en cuanto a la fabricación de un «arma atómica según el esquema basado en el sistema de centrífugas P2 suministrado por el padre de la bomba paquistaní, Abdul Qadeer Khan ». Ahora bien, el sistema de centrífugas P2 permite simplemente producir más fácilmente el uranio enriquecido sin que este sea necesariamente de calidad militar; se trata simplemente de un avance tecnológico que permite ahorrar durante el proceso.
Segundo elemento, de mayor envergadura: retoma un rumor infundado del Sunday Times, de Rupert Murdoch, según el cual Irán prepara 40 000 kamikazes para responder ante ataques anglo-estadounidenses a sus plantas nucleares, aunque no vemos claro cómo Irán podría desplegar dicho ejército de kamikazes si no hay tropas que atacar in situ. ¿Quizás haciéndolos atravesar la supercontrolada frontera con Irak?
Finalmente, la habitual referencia al discurso de Ahmadineyad deformado por la agencia Reuters (« Israël doit être rayée de la carte ») y publicado por todos los medios atlantistas y sionistas a pesar de nuevos análisis muy precisos que muestran que Ahmadineyad se refería al régimen israelí y no al país en sí. En cuanto a sus declaraciones sobre el holocausto, estos análisis demuestran que en realidad denunció la creación de un mito alrededor del holocausto utilizado con fines políticos y no el holocausto como mito en sí mismo. Pero poco importan la exactitud y la verdad para Metro, como tampoco para muchos otros. Las imputaciones repetidas con frecuencia es lo que cuenta.