Las elecciones legislativas del 9 y 10 de abril de 2006 son quizás las más importantes para Italia desde 1948. Enfrentan a la coalición de centro-derecha de Silvio Berlusconi a la de centro-izquierda de Romano Prodi. Sin embargo, ninguno de los dos parece tener el temple necesario para levantar la economía italiana. La economía italiana se encuentra en un callejón sin salida, sin crecimiento, el PIB por habitantes ha disminuido por debajo del promedio de la zona euro, la productividad disminuye e Italia ya no es competitiva. ¡El único sector en pleno crecimiento es el de los libros sobre la decadencia de Italia!
Berlusconi rechaza estas estadísticas, afirmando que son poco confiables y, aunque los miembros de su gobierno las aceptan, las imputan a factores externos (China, la disminución del crecimiento europeo, el euro, etc.). Sin embargo, estas excusas no se sostienen: Francia o Alemania están sometidas a las mismas presiones y sin embargo sus exportaciones se comportan mejor que las de Italia. Y si bien el euro ha impedido a Italia llevar a cabo devaluaciones competitivas, también le ha permitido disminuir los intereses de la enorme deuda del país. Pero sería injusto achacar estos problemas únicamente al gobierno de Berlusconi. El verdadero problema es que el país no estaba listo para adaptarse a la revolución mundial de las tecnologías de la información y a la transformación del comercio internacional. Su infraestructura, tanto material como intelectual, así como su estructura económica no le permitían alzarse sobre los nuevos desafíos.
Sin embargo, el gobierno Berlusconi no hizo nada para resolver estos problemas. No se hizo nada en favor de la desregulación de los mercados o para favorecer las reestructuraciones, mientras se detenían las privatizaciones. El gobierno se remitió a la vieja receta keynesiana: disminución moderada de impuestos para aumentar el ingreso disponible y un aumento de los gastos corrientes. Las dificultades presupuestarias limitarán tremendamente el margen de maniobra del próximo gobierno, cualquiera que sea. Ambos campos prometen medidas fiscales irrealizables.
Los italianos se sienten frustrados por Berlusconi y sus promesas no cumplidas o sus leyes que lo favorecen, lo que ha creado desconfianza con respecto a todos los políticos. La campaña electoral ha sido lamentable, con mucho ruido y poco esclarecimiento. Cualquiera que sea el vencedor, esperemos que dedique toda la energía requerida para la recuperación de Italia.

Fuente
Korea Herald (Corea del Sur)
Daily Times (Pakistán)

«Exhausted Italy», por Luigi Spaventa, Daily Times, 5 de abril de 2006.
«Italy’s Berlusconi fatigue», Korea Herald, 7 de abril de 2006.