Fernando Mariño Menéndez enseña derecho internacional de los derechos humanos en la American University de Washington y en la Universidad Carlos III de Madrid, pero ahora en Ginebra será uno de los diez expertos del Comité contra la Tortura de la ONU, encargado de presentar el examen público de la actuación de Estados unidos, y quien aporte las acusaciones por presuntos malos tratos contra prisioneros en Irak, Afganistán y Guantánamo.

A la requisitoria de las 59 preguntas formuladas con antelación por el Comité, la delegación del gobierno de George Bush ha replicado con un documento de casi 200 paginas, que unos 25 funcionarios van a defender en el debate que empieza mañana viernes y proseguirá el próximo lunes. El Comité emitirá su veredicto el 19 de mayo venidero. Por primera vez los Estados Unidos deben rendir cuentas por los excesos de la lucha antiterrorista.

P. Era difícil imaginar que los Estados Unidos iban a comparecer algún día en un foro internacional para hacer frente a las alegaciones de violaciones de los derechos humanos en su combate contra el terrorismo. Si bien no se trata de un juicio, las audiencias de Ginebra y las recomendaciones que pronunciaran ustedes en tanto expertos de la ONU al concluir las deliberaciones, significan un verdadero proceso, con una resolución final que se la interpreta como una sentencia y deberá ser acatada por el gobierno estadounidense. Ud. es el “relator” de este caso, el “fiscal” que impulsará la acusación, nada fácil, por cierto ...

R. Como decían los medievales, hay que ser suave en las formas y duros en el fondo. Estos asuntos hay que llevarlos con rigor jurídico y con la energía suficiente para ir a los principios. Vamos a celebrar un interrogatorio que es el resultado de un conjunto de pasos preparatorios. Los Estados Unidos presentaron un informe en mayo del 2005 y nosotros les cursamos una serie de preguntas, que nos acaban de responder por escrito. Los vamos a escuchar y luego les pediremos todas las aclaraciones necesarias. Ellos podrán volver a responder y recién entonces, al cierre de estas sesiones que terminaran el 19 de mayo, les haremos conocer nuestras recomendaciones. Y como a todos los países les pediremos que nos informen en un año sobre las medidas tomadas y los avances producidos para respetar la Convención contra la Tortura que han ratificado.

Voy a ser lo más cuidado posible como “relator”. Nuestra valoración de lo que ocurre en los Estados Unidos y en los territorios bajo su control debería permitirnos enjuiciar y hacer recomendaciones que tengan valor universal para que lo acontecido no se repita. Si pensamos que lo sucedido es condenable lo vamos a condenar y le diremos a los Estados Unidos lo que consideramos deben hacer para corregir. La lucha contra el terrorismo les ha planteado unos problemas serios, pero hay reacciones y reacciones. Los EEUU han reaccionado como un animal herido, poniendo en primer lugar y por encima de todo su seguridad, lo cual entraña un grave peligro de marginar el derecho internacional, y de hecho parece haber ocurrido así. Eso lo tendremos que criticar.

P. En sus argumentos los Estados Unidos dan la impresión de querer desligarse de sus responsabilidades por hechos acaecidos al exterior de sus fronteras. ¿Como enfocan Ustedes en el Comité esa cuestión?

R. Al ocurrir las guerras en Afganistán e Irak el gobierno de los Estados Unidos dictó ciertas normas. Promulgando nuevas leyes en 2005 han solucionado algunos problemas sobre la eficacia de la aplicación en el extranjero de nuestra Convención que prohíbe la tortura, pero sigue habiendo dificultades para castigar acontecimientos sucedidos fuera de su territorio.

Ellos dicen que hay supuestos en donde no hay una aplicación extraterritorial de la Convención. Por ejemplo, afirman que si detienen o tienen bajo control a una persona en Irak, o en otro lugar, y la entregan a un tercero, las responsabilidades que pudieran derivarse de esos actos no están contempladas en la Convención. Para nosotros la prohibición de la tortura es universal, extraterritorial, y no solo en base a nuestra Convención, sino también con arreglo al Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU y a otras normas que asimismo obligan a los Estados Unidos.

Siempre que hay una persona bajo el control de un Estado, donde sea que fuere, esa persona está protegida contra la tortura, y no pueden entregarla si hay riesgos de que sea torturada. Para ellos la ley suprema es la Constitución y los tratados interpretados en conformidad con la Constitución. Pero el derecho internacional tiene su autonomía y nunca puede justificarse su violación con elementos del derecho interno.

P. ¿Cuales son las principales acusaciones a las que serán confrontados los Estados Unidos?

R. Lo más importantes son los temas de torturas en prisión, y de muerte bajo custodia; y la insuficiente investigación y los procedimientos que ellos han iniciado o consumado respecto a esos hechos. En cuanto a Guantánamo hay más cosas, no solo de posibles torturas y malos tratos allí, sino también la imposibilidad de acceder a mecanismos de garantías y por tanto falta de reparación porque no se puede reclamar.

Los detenidos no disponen de un recurso a un órgano que podría sancionar si hay torturas, por ejemplo. La situación de Guantánamo es muy oscura mientras que las acusaciones son muy precisas y parece que no hay solución mientras se mantenga esa prisión ahí parque no hay posibilidad que este gobierno cambie las normas. Así lo veo yo, han mejorado, pero la situación en su núcleo persiste todavía. Luego están los problemas de la expulsión y la entrega de presuntos terroristas a otros países, y los procedimientos penales contra los responsables de haber perpetrado la tortura. Vemos que hay pocos procesos y pocas condenas. En estos casos lo mejor es recurrir a una investigación imparcial por terceros.

P. ¿Cual es su lectura de los argumentos de defensa presentados por los Estados Unidos?.

R. Han hecho un esfuerzo para dar la cara, en la manera que pueden hacerlo, teniendo en cuenta que de vez en cuanto dicen que no pueden informar sobre algunas cosas que atañen a los servicios de inteligencia. Eso lo dejan de lado, y se los nota incómodos cuando hablan de ello. Sobre las actividades de los militares son un poco más explícitos, pero es como si estos tuvieran una zona aparte. Como es lógico se esfuerzan para aportar argumentos a favor de su comportamiento, afirmando que están haciendo lo que creen que es correcto y que han mejorado su legislación.

Aplican la cortesía política y dan algunas explicaciones de su conducta. Se observan como dos fases, al principio redujeron los niveles de respeto a la Convención y después los están volviendo a ratificar, aunque se reservan zonas oscuras como ciertas técnicas de interrogatorio que no condenan explícitamente, como por ejemplo meter a alguien bajo el agua hasta hacerle sentir que se ahoga y luego sacarlo. Y no es lo mismo usar una técnica de interrogatorio que cinco al mismo tiempo.

No es lo mismo que no te den de comer y que además no te dejen dormir y así sucesivamente. Están elaborando un manual para el ejército de técnicas de interrogatorio, un “manual de campo”, lo llaman, y aún no se sabe muy bien como va a quedar su contenido en este ámbito. Pero en el Comité les podremos decir lo que está prohibido que figure en un manual de ese tipo si nos informan de ello.

Entrevista realizada por Juan Gasparini para la Red Voltaire