A tenor con sus propias pautas, la administración norteamericana certifica y desertifica el comportamiento de los países del Tercer Mundo en todos los campos, elabora listas y decide exclusiones, la más reciente es impedir que Irán enriquezca el uranio para sus plantas nucleares, no porque este prohibido, sino porque, a los ojos de Estados Unidos es un “estado villano”.

No importa que nadie más, excepto Israel, tenga esa opinión para que el criterio se imponga, se movilice la Organización Internacional de la Energía Atómica y el Consejo de Seguridad sesione como si estuviéramos a las puertas de la guerra.

Otros países que enriquecen uranio y dispones de armas atómicas y por tanto saben de qué se trata, como son Rusia y China, aunque opinen diferente, son arrastrados a un debate del que se excluyen los otros 150 estados que forman parte de la ONU.

Para justificar sus presiones y la imposición de su dictad, Estados Unidos ha inventado la historia de que, por el camino de enriquecer uranio para sus plantas atómicas de energía eléctrica, Irán pudiera construir armas nucleares, imprimiendo a sus presunciones un sentido de urgencia como si el acontecimiento pudiera ocurrir en unas semanas.

Como para aportar una prueba definitiva, de lo dudoso de tales afirmaciones, Brasil acaba de inaugurar una planta para enriquecer uranio, hecho celebrado como una importante conquista tecnológica y publicitado a tambor batiente. La jubilosa celebración y los datos aportados desmienten la alarma y en sentido de emergencia con que Estados Unidos manipula el asunto.

Brasil que dispone de la sexta reserva mundial de uranio y cuenta con dos plantas nucleares, enriquecerá uranio para cubrir apenas un tres por ciento de sus necesidades y tardará otros diez años en aproximarse a la cobertura total de sus requerimientos. Por otra parte, la ultramoderna tecnología creada en el país para el enriquecimiento del mineral, le permite alcanzar hasta un cuatro por ciento de pureza, muy lejos del 98 necesario para producir un arma nuclear.

Irán posee tres plantas nucleares más que Brasil y ha convocado una licitación internacional para construir otras tres, sus reservas de uranio son mínimas y no es capaz de producir la maquinaria necesaria para enriquecer el mineral.

¿Dónde esta el problema? por el cual incluso se le amenaza con ataques nucleares.

Es probable que Irán haya logrado enriquecer unos gramos de uranio, cosa que se hace en universidades europeas y norteamericanas, no obstante, de comenzar hoy mismo, para llegar al nivel alcanzado por Brasil, tardaría décadas, quizás jamás llegue a satisfacer sus necesidades de combustible nuclear y, en caso de que se lo propusiera, tal vez nunca pueda soñar con fabricar un arma atómica.

La tolerancia de Estados Unidos, no sólo con Brasil sino incluso con países que como la India, Israel y Pakistán, no sólo refinan uranio y producen plutonio, sino que han construido no una sino muchas bombas atómicas y engrosan cada día sus arsenales, dotándose además de medios portadores, no emana del derecho sino de los vericuetos de una política selectiva, caprichosa y peligrosa.

Si la ONU, la AIEA y el Consejo de Seguridad aplicaran rígidamente, como debe ser, los preceptos del Tratado de No Proliferación, no perseguiría las bombas hipotéticas y se ocuparía de las reales.

La noticia de que Brasil refina uranio es excelente y lo fuera también si lo hiciera México, Jamaica o Guinea Ecuatorial, al fin uno del Tercer Mundo llega esas cumbres.

El mundo mejor que es posible será menos exclusivo.