Con la debacle del 2001 y la posterior devaluación los sectores empresarios recompusieron su tasa de ganancia, vía exportación o en el caso de los servicios con el subsidio estatal a las tarifas. Lo cierto es que el reposicionamiento del rol del estado, es la novedad del nuevo período.

En medio de esa encrucijada social donde el cincuenta por ciento de la población apenas sobrevive, nacen los reclamos de recomposición salarial en un intento por salir del deterioro producido por la devaluación. Fueron millones de trabajadores los que necesitaron recomponer en parte los vapuleados haberes con los decretos gubernamentales.

Paralelo a este fenómeno en distintas ramas de la producción se fue dando el incremento de los índices de productividad hora hombre. Por el simple hecho del incremento de la producción con los reducidos planteles sobrevivientes de la crisis de fines de los noventa, y por los acentuados niveles de polivalencia en algunos casos de hecho y en otros amparados en modificaciones de los convenios heredados de la década del 70.

En el caso de nuestro gremio fue clara nuestra convicción en plena convertibilidad y con posterioridad a ella, de no canjear salarios por conquistas convencionales. No siempre se pudo impedir la precarización implementada de hecho por los empresarios, en una etapa de relación de fuerzas claramente desfavorable para los intereses de los trabajadores en general y los de prensa en particular. Vale por eso, reiterar: las cláusulas de nuestros convenios tanto de prensa oral, escrita y televisiva, y nuestro Estatuto, están vigentes.

Posicionándonos ante la batalla contra la precarización desde un lugar cualitativamente distinto. La asignatura pendiente en el mundo del trabajo no será solo la lucha por la recomposición salarial, que los topes gubernamentales dejan a mitad de camino. Sino que la gran batalla ante las grietas del ideario neoliberal es luchar contra la precarización laboral.

# Revista La Utpba de mayo de 2006