El delincuente ex capitán Vladimiro Montesinos, socio del no menos ratero Alberto Kenya Fujimori, no es un ser común y corriente. No sólo vendería, si esto conviene a sus planes, a su propia madre, sino que ¡hasta negociaría el precio en subasta a mano alzada! Que la imbecilidad peruana tome al pie de la letra cuanto él diga, no demuestra sino hasta qué punto de envenenada está la poca inteligencia supérstite. Ayer Montesinos hizo declaraciones y hoy los medios las convirtieron en pasaje bíblico, verdad monumental, palabra de orientación y guía.

Hasta dónde, el zafarrancho montesinista ha tomado literalmente los cerebros de muchos, es un asunto ya psiquiátrico. El individuo sostiene ahora, luego de sospechosísimos años de silencio calculado, que lo de Locumba y los Humala fue una farsa para cubrir su fuga en el yate Karisma. En la boca del mentiroso, hasta lo cierto se hace dudoso. ¿Por causa de qué creer a Montesinos? Estoy seguro que el forajido se refocila en el innegable gozo placentero que le produce saber que la política y los políticos navegan en el charco que él plantea como agenda. Y, por cierto, los periodistas patibularios son cómplices, muchos a sabiendas y otros por idiotez congénita. Amén que a muchos conviene el caos porque así disimulan su hasta ahora bajo perfil que esconde un ayer muy bien rentado papel por las hordas del fujimontesinismo.

¿Es esto demostrable? ¡Por cierto que sí! Ollanta Humala acusa ahora a García Pérez y a Montesinos de haber urdido un conchabo contra él. Mulder y del Castillo, replican que las expresiones del ex capitán expulso victimizan a Humala. ¡Y todo en una añagaza perversa que Montesinos plantea y que la sociedad se “traga” acríticamente! Queda de lado la interpelación a PPK y a su comportamiento desdoroso en el tema Camisea; fuera de todo contexto lo ocurrido en Arica donde un altísimo porcentaje de la población rechaza cualquier salida boliviana al mar en defensa ¡precisamente! del Tratado de Paz entre Perú y Chile del 3 de junio de 1929. En otro plano, como para que no se den cuenta, los gonfaloneros del TLC continúan su labor traidora y vendepatria.

¿No tienen un poco de dignidad nuestros políticos que, cual resortes, saltan a responder a troche y moche? ¿Cómo es que no se molestan un poquito, siquiera en estudiar cómo es que todo esto no constituye casualidad sino tapadera y excusa para amenguar el ridículo mayúsculo en que está quedando el gobierno peruano cuyos cuadernillos de extradición no le dicen nada a la Corte Suprema chilena que ya dejó en libertad condicional al hampón Kenya Fujimori?

Sigo sosteniendo que la división de los colectivos mayores que obtuvieron el pase a la segunda vuelta que definirá sus preferencias el 4 de junio, es un suicidio sumamente pérfido del cual son fautores tácitos estos mismos grupos. Si no se juntan, hacen un gobierno compartido, desde las bases, desde abajo y desde dentro, el fracaso está asegurado. ¿Qué los diferencia?: ¡muy poco! Son los excluidos, los que están marginados por el sistema. Juntos pueden contribuir a salidas nacionales de valiente estirpe y acero indomeñable. En esta coalición no tienen asiento los logreros y aupados que tienen sólo banderas de odios añejos y reaccionarios y que tampoco tienen respaldo electoral de ninguna especie. Los quintacolumnas no són sólo de derecha también los hay de zurda caviar y vendida al dinero que Gringolandia envía a través de sus instituciones de “ayuda” al exterior.

Así como Alberto Kenya Fujimori, Vladimiro Montesinos, constituye una referencia poco instructiva, de nulo valor moral y pestilencia repugnante por el resto de sus días. Que nuestros políticos y medios sean tan mecánicos y poco ingeniosos para descubrir el timo y la trampa, es lamentable porque el Perú merece nuevos e integérrimos capitanes de la gran revolución social con justicia y libertad. Lo reitero, Montesinos no sólo vendería a su madre, hasta negociaría el precio. ¡Sinverguenza!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!