Declaró el novísimo asesor humalista Carlos Tapia que él creyó que el debate iba a parecer “una selección brasilera en el Maracaná”. En términos deportivos, una goleada sin atenuantes. Es decir, que Ollanta, su asesorado, un pobre diablo sin nada que decirle al candidato aprista Alan García Pérez. ¿Tan inepto supuso Tapia al postulante nacionalista? ¿Y qué tal si no había polémica? ¿Conoce Humala a su asesor Tapia? Con esa clase de consejeros ¿para qué quiere enemigos?

El flamante y virtual congresista Daniel Saba dijo por televisión que descree de la rebaja del 30% a los combustibles ofrecido por su candidato presidencial Ollanta Humala. A nadie puede pedírsele genuflexión o capacidad ciega de asentir con cuanto diga aquél pero ¿es mucho solicitar alguna coherencia política o consecuencia? ¿o es más el amor al chancho –el establo congresal- y no a los chicharrones?

Ambos casos desdorosos dan cuenta de una situación que pareciera ser común en el entorno ollantista: abundan los cuadros de oportunismo trepón y casi todos provienen de canteras políticas derrotadas en las urnas, sin ningún respaldo popular y absolutamente huérfanos de legitimidad confirmada en votación democrática. ¿Será esta la línea a imponerse en un eventual gobierno nacionalista de Humala?

El señor Tapia ganaba dos sueldos del Estado, como ex parlamentario y a la vez integrante de la CVR, partido político frustrado que hoy se pretende embutir a como dé lugar en el cerebro de los peruanos. Sin embargo de los millones de dólares usados, esto, hasta hoy no recibe la tan anhelada consagración que procuran sus gonfaloneros, todos ellos bien rentados burócratas y mercaderes de los derechos humanos que no son patrimonio particular de nadie sino de todo el pueblo peruano. Ahora Tapia es un asesor connotado de Ollanta Humala.

Si quienes se han subido al carro del humalismo creen de a pocos y a medida que se van confirmando sucesos y realidades en Ollanta y no por convicción de principios a través de personalidades para persuadir a su ejecución desde las líneas de un probable gobierno, entonces vamos comprobando el mercenarismo oportunista y asqueroso de pandilleros acostumbrados a actuar del mismo modo con cualquier gobierno. En este que termina sus días, el de Toledo, son decenas y de todo pelaje, los zurdos caviares que han sido funcionarios públicos. Algunos de ellos ya están infiltrados en el aparato humalista.

Cada quien es dueño de sus ideas y si éstas tienen o no vigencia es un tema particular. Lo que no puede ser óbice para que cualquier rufián tuerza la voluntad libertaria y sincera de las colectividades políticas de lucha por la justicia social y por un Perú libre y culto, a través de las deformaciones que traen desde tiempo atrás y como taras que quieren imponer como anteojeras políticas.

Decir que su candidato, como lo ha hecho Carlos Tapia, iba a perder por goleada, trasunta la calificación genuina de cómo tabulaba aquél a Humala, un pobre calichín sin mayor cancha ni entrenamiento. Como el comandante estuvo firme y locuaz y hasta agresivo, Tapia cambia el discurso y no ahorra ahora elogios. Se nota que el camaleonismo es una de sus virtudes y todo el resto cháchara política, garrulería grotesca disfrazada de análisis social. ¿Conoce bien Humala a Carlos Tapia?

Humala habló para su electorado. A ese conjunto humano no necesita convencerlo porque su voto ya lo tiene. Acaso, y en eso sí hay mayor experiencia en el candidato aprista, la tribuna debió servir para ampliar la cosecha electoral. El debate era para hablar hacia fuera. No hacia adentro. Y el 4 de junio se verán los resultados.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!