Señor presidente Álvaro Uribe Vélez, máximo responsable de los designios de esta Nación, garante de los derechos fundamentales de las y los ciudadanos. Le pregunto a grito entero: ¿Quién mató a mi padre, opositor del gobierno y quién debía contar con garantías para su ejercicio deliberativo, como corresponde ocurrir en la democracia menos democrática del planeta?

Jaime Gómez no es un desaparecido ni un asesinado más, tiene que ser el último desaparecido y de quién además de recibir sus restos, conoceremos la verdad. Se aplicará justicia y habrá reparación.
Esta coyuntura es un reto histórico para decidir colectivamente el futuro del país, para despertar del adormecimiento, para dejar la indiferencia, para soltarnos de esas pesadas cadenas del miedo, para dejar posiciones cómodas, para dejar de ser aguas tibias, para poner por encima los intereses colectivos, los de una Nación. Para dejar de ser sectarios y expresarnos como una, unas singular y plurales corrientes alternativas.

No más apoyo a la profundización de la guerra, a las desigualdades y las inequidades sociales, no más a los unanimismos, a los odios, al borramiento a fuego con golpes, torturas, asesinatos salvajes, terrorismos y calumnias a las diferencias. No más olvido, ese rostro que está allá es la constatación de lo fatal de nuestra historia violenta, lo patético y trágico que resulta sentirse condenado a repetir la historia.

De nuevo pregunto ¿de qué le ha servido vivir a Colombia lo que ha vivido? ¿Cuánto le ha costado y de qué le a servido a nuestro país la muerte de tanta gente, las privaciones de la libertad, las torturas, tanto dinero empleado en armamento y tantas membranas quemadas en planeación estratégica de guerra? El reto está en mostrar la debilidad de este país, el reto está en ustedes y nosotros para mostrar que hay alternativas. El reto está también en esa ciudadanía indiferente presa de fanatismos, desorientada, parte de ella cansada de la misma mierda de siempre, y otra empeñada y engolosinada con los privilegios del poder y la concentración de la riqueza.

Señor Presidente, de nuevo me dirijo a usted, espero que estando más cerca del Palacio sí me escuche: mi padre Jaime Gómez, un ciudadano con derecho a la vida, la libertad y la expresión en la actual coyuntura, quizás con más derecho que cualquiera por ejercer la oposición, debería estar marchando en el día del trabajo y el día nítido para las elecciones, eso fue lo que le pedí en cada uno de los correos que le envié.

Como líder ciudadana me duele constatar lo ineficiente de este Estado, ya no habrá que acompañar a mi padre a votar. Nos lo arrebataron unos salvajes que ahora le muestran al país y al mundo que Colombia no ofrece garantías para el ejercicio de la democracia, y que las elecciones que vienen –con toda la envergadura que tienen–, no parecen más que una farsa.

Ya no será Jaime Goméz quien el 28 de mayo, cédula en mano, deposite el voto por la oposición, pero seremos sus hijos y el resto de la ciudadanía que sea conciente y que se haya sensibilizado con lo sucedido a mi padre, los que responderemos frente a las urnas la siguiente pregunta ¿Con quién y cómo vamos a profundizar la democracia, a construir país en el que el ejercicio político se resignifique y su práctica se llene de contenido ético desde la vida misma?

Un día podremos escribir historia no con terror, torturas, no con privaciones, no con olvido, no con mentiras, no sin justicia. Quiero y queremos ejercer nuestros derechos, deseaba desde mis entrañas que mi padre nos viera para hacerlo pero ahora nos corresponde hacerlo a todos los que estamos acá, y vencer con argumentos a quienes nos rodean. Por Jaime seguiremos en la lucha. Por él reconstruiremos el país, y por él buscaremos que las desigualdades desaparezcan. Por él y toda Colombia aparecerán los desaparecidos, no habrán más privaciones a la libertad y se hará más radical la democracia.

Recordando a Jaime, que nunca se perdió un Primero de Mayo, y sin obligarme solo con su ejemplo que me dejó su compromiso, invito a gritar ¡Viva el primero de Mayo! ¡Jaime vivirá por siempre! ¡Abajo el TLC! ¡Abajo la seguridad democrática! ¡Abajo la reelección! ¡Abajo el neoliberalismo!

Por una patria soberana, ¡Jaime vive por siempre!»