Ojos y misiles

Hace dos semanas atrás los centros mediáticos mundiales nos informaban que el gobierno de los Estados Unidos tiene el control de las llamadas telefónicas de todos sus habitantes. Lo hizo con el acuerdo explícito de las grandes corporaciones de la comunicación.

Al mismo tiempo, varios misiles impactaban sobre casas de familias al norte de Bagdad y otros lo hacían en el sur de Afganistán. A la vez, el legislador Edward Kennedy admitía que todas las computadoras del mundo (sí del mundo) pueden ser hackeadas.

Hoy el diario “La Nación” nos informa sobre la utilización por parte de Estados Unidos de “tecnología de guerra para impedir la entrada de ‘ilegales’ a su territorio, en tanto que comienza a construir una muralla de más de 600 kilómetros, en su límites con México”.

Según el Pentágono 6.000 soldados que “adquirieron experiencia en la guerra de Irak” serán los encargados de impedir que esos miles de molestos hambrientos vayan en búsqueda de su sueño americano.

¿Ingenuos, neutrales?

Aquí, bien al sur del Río Bravo, se viene a descubrir que aún la inteligencia de las fuerzas armadas continúa realizando seguimientos a periodistas, artistas y organizaciones sociales.

Mientras que desde algún lugar servicial ingresan a las PC y teléfonos de periodistas, jueces y políticos, algunos medios “descubren” y se muestran sorprendidos por la facilidad con el que se practican estos democráticos procedimientos.

Sobre estos y otros temas la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) viene informando desde hace, ya, más de una década.

Libros, revistas, folletos, seminarios, Congresos Mundiales (dos) sirvieron para socializar la información acumulada.

Así, se describió la conformación de los monopolios mediáticos, la concentración comunicacional y se realizaron centenares (sí centenares) de notas y documentos sobre cómo se estaba construyendo la sociedad del control, ése gran ojo que nos espía a todos desde el centro del poder real: los Estados Unidos, el mismo país que espía a todos sus ciudadanos, el mismo país que luego del 11-S puso en marcha la más colosal estructura militar-comunicacional, jamás conocida en la historia de la humanidad, para invadir territorios, para controlar mentes.

De estos hechos dio cuenta nuestra Agencia Nacional de Comunicación (ANC), que por estos días cumplió siete años de vida, sin ingenuidades, ni neutralidades hipócritas.