Sin lugar a dudas los treinta años de vida de la FELAP, vinculados a una larga lucha de los periodistas de Latinoamérica y el Caribe, tienen mucho que ver con quien dio todo por la organización, hasta su último día de vida: el compañero Luis Suárez. Fue, con apenas diecisiete años, capitán en las filas republicanas en la “mal llamada”, según sus palabras, Guerra Civil Española. Y luego, arribado a México, como exiliado, ejerció el periodismo y fue organizador gremial, docente, polemista, fino y combativo orador, luchador, revolucionario. Quizás más que todo eso, pero nunca menos.
Luis murió en el 2003, poco antes de que la FELAP celebrara su noveno Congreso y en las invitaciones al debate resumía que nos estábamos convocando a un encuentro cuyo eje principal debía ser “luchar por la paz”. Sostenía: “Otra vez, frente al guerrerismo y las invasiones imperialistas, debemos hacer un llamamiento a todos los periodistas a luchar por la paz, enfrentándonos a la barbarie”.
Ahora que la FELAP está a punto de cumplir sus treinta años, de pie, digna, sin renuncia a los principios que le dieron vida, Luis está presente, lejos de todos los claudicantes, cerca de todas las periodistas y los periodistas que cada día pelean por sus salarios, mejores condiciones de trabajo, contra el mercantilismo, por la justicia social. Ahí está Luis. Ahí estará siempre. Donde nunca dejaron de estar sus compromisos y sus principios.
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