Alvaro Uribe Vélez, que gobernará el vecino país hasta el 2010, ganó con el 62,23% de la votación, mientras el movimiento de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA), se consolidó como la segunda fuerza política, con el 22,03%. superando a Primero Colombia, un movimiento formado por sectores disidentes liberales, como Uribe, junto a conservadores e independientes. Cabe anotar que en Colombia el voto no es obligatorio y que el nivel de ausentismo rayó en el 60%, lo que quiere decir que la mitad más uno de los electores no ejercieron su derecho al voto.

Alan García, que estuvo al frente de los destinos del Perú desde 1985 a 1990, y cuyo gobierno se vio envuelto en actos de corrupción, violación a los derechos humanos y que ahondó aún más la pobreza gracias al disparo de la inflación a niveles insospechados volvió a la palestra política luego de que muchos de los delitos que se le imputan prescribieran y ganó el derecho a un segundo mandato con un 55%, ante el 45% de su contendor ultranacionalista Ollanta Humala.

Los constantes enfrentamientos del gobierno venezolano de Hugo Chávez Frías con la administración Bush, como parte de su abierta oposición a la política guerrerista y genocida del presidente norteamericano, su separación y anuncio de la muerte de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), debido sobre todo a la firma del Tratado de Libre Comercio de Colombia y Perú con EEUU; la reciente decisión de la nacionalización del gas y el petróleo bolivianos por parte de su presidente Evo Morales; el estancamiento de la firma del TLC por parte del Ecuador y la declaración de la caducidad del contrato con la compañía petrolera norteamericana Occidental Petroleun Company; entre otros hechos, dicen de la poca efectividad de la política internacional de Georges Bush, cuyos niveles de aceptación a su gestión es de un cuarto de la población, debido entre otras cosas al fracaso en la invasión a Irak y los continuos escándalos de su entorno político. En este escenario, el triunfo de Alvaro Uribe y Alan García de alguna manera tranquiliza al imperialismo, que busca a toda costa aquietar las agitadas aguas de una América Latina que vive una crisis profunda, que en el plano político se expresa en una pérdida de confinaza en la institucionalidad capitalista, por lo que los pueblos han apostado por hacer un giro a la izquierda.

Es innegable que Colombia y Perú son estratégicos en el mapa geopolítico del imperialismo yankee, en el intento de impedir que se consoliden bloques regionales que no tengan el aval de los EEUU. La elección de estos personajes, cuyos gobiernos se han alineado abiertamente con la política norteamericana, en el plazo inmediato fungirán como serviles comodines de los intereses de las transnacionales del imperialismo, en detrimento de medidas sociales contra la pobreza, que en el caso colombiano aqueja a por lo menos al 50% de los 41 millones de habitantes (actualmente Colombia es un país con la mitad de la población viviendo por debajo de la línea de la pobreza, y un marcado desempleo y subempleo), que ha fracasado en su combate a la guerrilla (el mandatario colombiano únicamente logró un cuestionado acuerdo con paramilitares de ultraderecha que permitió el desarme de unos 30 000 combatientes, pero no ha conseguido ningún pacto con las FARC) y que como única respuesta trata de involucrar al Ecuador en el Plan Colombia, con continuas incursiones de sus soldados en su territorios y violaciones al espacio aéreo.

Es de prever que la prometida seguridad democrática que paradójicamente ha sido el caballo de Troya de Alvaro Uribe, en el plazo inmediato quede únicamente en promesa de campaña. Sin una victoria clara a la vista no habrá finanzas del estado colombiano que resista esta guerra de desgaste, entonces la guerrilla intensificará su ofensiva.

Si hay un saldo positivo para Colombia y América Latina es el ascenso de la izquierda colombiana liderada por Carlos Gaviria y el Polo Democrático Alternativo. Jamás en la historia de ese país la izquierda había obtenido 2 millones y medio de votos, doblando al partido liberal. Es de suponer que en los próximos 4 años, el PDA se convertirá en la primera fuerza política de Colombia que tendrá la responsabilidad de construir un proyecto histórico revolucionario y no quedarse simplemente en la coyuntura electoral. Gaviria, indudablemente deberá seguir al frente del Polo no solo por su carisma y la altísima votación que lo respaldó, sino por su concepción de cambios profundos.

En el caso del Perú, aunque con un Ollanta Humala que sostenía posturas confusas, la votación de la población en apoyo a las banderas propias de la izquierda, que llevaron a este candidato a ganar la primera vuelta, dan la esperanza de un crecimiento de esta tendencia, y la posibilidad de que las auténticas fuerzas de izquierda jueguen un papel destacado en los próximos años.