La ley del presupuesto participativo No. 28056 y su reglamento 171, abrió las expectativas de poblaciones como las nuestras, los asentamientos humanos.

Algo por lo menos se ha conseguido durante este gobierno. Si no hay el famoso “chorreo” que venga la Participación Ciudadana. Si nuestros bolsillos siguen vacíos queda la oportunidad de participar en la discusión del reparto del presupuesto del gobierno local y del gobierno regional. Un sueño, uno más, para ser sinceros, un frustrante sueño más.

Para nosotros, chalacos, que pertenecemos a una región, no ha sido fácil esta participación, ni el gobierno local ni el gobierno regional, han sido capaces de sincerar los presupuestos y permitir una real participación ciudadana, ni ellos ni nosotros hemos encontrado el mecanismo clave que permita que tanto los unos como los otros, podamos, de verdad, con las cuentas claras, la información real, ponernos de acuerdo para priorizar proyectos y decidir cuándo y dónde se necesita invertir.

¡No nos ponernos de acuerdo! Esta es la tragedia que viven nuestros pueblos, hasta hoy, se dan esfuerzos para ponernos de acuerdo y no voy a exponer las razones por las que no podemos llegar a esas alianzas, porque son más claras que el agua pero, sí quiero señalar que mientras “no nos pongamos de acuerdo”, se seguirá invirtiendo en “fierro y cemento” obras para “ver”. Obras para la reelección, obras para la campaña electoral. Recuerden que nosotros tendremos elecciones para elegir presidente regional, alcalde provincial y alcalde distrital.

Muchas preguntas se me ocurren a partir de la incoherencia en el gasto público, por ejemplo, ¡¿porqué un estadio en Carmen de la Legua y no agua para Pachacútec y Ventanilla?, ¿porqué construir más hospitales y no invertir en programas de formación para cultivar la salud?, ¿porqué no hay un programa de recuperación para los niños contaminados con plomo?. Las principales avenidas del Callao, pueden esperar. Son las personas las que necesitan ser atendidas prioritariamente en educación, en salud, en alimentación, en su cultura.

El presupuesto participativo suena bien, ¿no está bien? hay que hacerlo bien. Lo cierto es que los días 7 y 8 de junio, sirvieron para mirar y escuchar detenidamente cómo es que se hace para “concertar”, lo primero fueron las denuncias en relación a proyectos aprobados y encajonados, la demora en elaborar los perfiles técnicos (7, 8, meses, años en fin), la poca importancia que se da a los consejeros regionales (ni siquiera los invitaron a participar de la discusión cuando, por ley, les compete, el comité de vigilancia elegidos en el período 2005 para vigilar la ejecución de proyectos en el 2006), los más excluidos del diseño, las continuas quejas a la Defensoría del Pueblo (dicho sea de paso, si usted quiere quejarse, tiene que hacerlo con un mes de anticipación, y si le contestan en 5 ó 6 meses después de ocurridos y zanjados los hechos, usted debe sentirse “gratamente atendido”), simplemente estas instancias no funcionan, así como el Poder Judicial y otras instancias del Estado que normalmente no las sentimos entre nosotros. ¡Qué lejos está el Estado del pueblo!

Este es el marco sobre el que se comenzó a discutir el presupuesto participativo, aún así, queremos poner la primera piedra para la inauguración de ese gran proyecto llamado “Ponernos de acuerdo”