Los números -intencionalmente oficialistas- no reflejan el desamparo. Basta la mirada. No obstante el latido duele cuando el corazón dice uno de cada 3 niños tiene hambre.

Las calles -gota a gota pensadas- son rostros de niños mutilados: La metamorfosis del dolor en malabares. ¡Cría Cuervos! Dirá alguna sociedad en su desvarío.

Frazer nos cuenta en sus Mitos, que si el Cuervo es negro -lo que hace estremecer a la literatura- es justamente porque se atrevió a robar el fuego para dárselo a los humanos y al llegar tan cerca -sin poder asirlo- el Gran Espíritu de los Sioux le otorgó las penas de ese color. O quizás llegó tan cerca del fuego -en su aventura- que las llamas chamuscaron su plumaje cuentan las ficciones deslumbrantes de otros pueblos.

Los niños -como el cuervo de la leyenda- por instantes aletean imaginando una casa con vistas a claros de luna. Una madre donde guardar esas lágrimas. Una escuela donde poner las palabras.

Como los cuervos de los mitos, los niños comen carroña -desatados de besos- cuando no se cuenta con nada mejor para sobrevivir. Lo condenable es la ambición insaciable de un sistema que no carga a sus hijos sobre los hombros del día y deja el tendal de cadáveres en los mejores campos del mundo. Un civilizado "cementerio de pájaros blancos".

# Agencia Pelota de Trapo (Argentina)