El soldado Allan Jermaine perdió sus dos piernas en Iraq. La prensa norteamericana apenas habla de eso.

La nota del influyente rotativo, pareció marcar la reconciliación de la gran prensa norteamericana con su público a escasos meses de los comicios presidenciales. Pero dos años más tarde, el tratamiento de la guerra en Iraq continúa siendo superficial y comprometido. Un análisis de tres de sus momentos lo demuestran.

Preámbulo de la guerra

En los primeros ocho meses de 1999, aviones de EE.UU. y Londres hicieron alrededor de 10.000 salidas sobre la nación árabe, lanzando miles de bombas y misiles. Después de estas maniobras conjuntas, prevalecía el consenso de que la capacidad militar iraquí había quedado reducida al mínimo.

Cuatro años después, la propaganda oficial norteamericana y los grandes medios parecían haberlo olvidado, y consideraban a Iraq una amenaza inminente.

Michael Massing, investigador y periodista norteamericano, ha asegurado al respecto que "a pesar de las abundantes evidencias de que la administración usó indebidamente a la inteligencia en este asunto, la prensa le permitió salirse con la suya".

José Vidal, intelectual español, destacaba a un año de iniciada la invasión el éxito de la campaña de desinformación orquestada por la Casa Blanca y respaldada por la gran prensa de ese país, y afirmaba que únicamente desde esa consideración, "puede explicarse que (...) cerca del 70% de los norteamericanos estén convencidos de que Saddam Hussein fue el principal responsable del ataque a las Torres Gemelas, lo cual justifica ampliamente la guerra".

De cara a las elecciones presidenciales

"A pesar de la evaluación color rosa del presidente Bush, Iraq continúa siendo un desastre (...), el genio del terrorismo, caos y mutilación, ha sido desatado en este país como resultado de los errores norteamericanos y no ha podido ser devuelto a la botella", comentaba Farnaz Fassihi, corresponsal de The Wall Street Journal en Iraq, en un e-mail a varios amigos en los Estados Unidos.

La percepción de los lectores de su periódico sobre la guerra, en cambio, sería otra. El Journal, anunció que su corresponsal en Bagdad tomaría unas vacaciones "previamente planificadas" fuera del país, por lo que tal vez no publicaría nada más hasta después de los comicios del 2 de noviembre del 2004.

Estudios médicos informaban por esos días que uno de cada cinco soldados que volvían de la guerra sufrían graves traumas psicológicos, por haber participado o presenciado las masivas matanzas de civiles; pero, lo mismo que en los meses previos a la invasión, en las últimas semanas de la campaña presidencial 2004, la prensa prefirió evadir las preguntas comprometedoras sobre una contienda que había ayudado a desatar.

El sábado anterior a las elecciones, ocho marines perdieron la vida y otros nueve resultaron heridos. Fue el número más alto de bajas en los últimos siete meses. En los informativos de la cadena FOX, sin embargo, solo apareció una noticia de 20 segundos hablando del tema.

El diario que a diario

Desde marzo del 2003 -cuando se inició la contienda- hasta la fecha, han perecido más de 2 450 efectivos norteamericanos, y el número de heridos supera los 16 600.

Pero Iraq nunca fue un peligro para la estabilidad mundial. No había reanudado su programa nuclear -como afirmaron tantas veces los expertos- ni tuvo vínculos con los atentados del 11 de septiembre.

¿Cuál debe ser el sentimiento de estos jóvenes y sus familiares, que creyeron en un principio en las mentiras de su presidente? Si las causas que llevaron a invadir Iraq han desaparecido, ¿por qué permanecer ocupándolo?

Según estadísticas, 150 000 civiles iraquíes han muerto a causa de las acciones de la coalición. ¿Cómo evitar que esa cifra siga aumentando?

Son preguntas para las que no hay espacio en la gran prensa norteamericana, a pesar del mea culpa de The New York Times hace dos años.

# Diario Granma (Cuba)