Por un exceso de voluntarismo tampoco le tomaron el peso al machismo que existe en la sociedad chilena y que se fue haciendo más evidente a medida que se acercaba el 11 de diciembre de 2005. Sin embargo, junto con exponer estos primeros errores de apreciación, Ricardo Núñez, presidente del Partido Socialista (PS), confiesa que al aproximarse la elección debatían si la candidata de la Concertación obtendría 44% ó 48% de los votos. La segunda vuelta era un hecho.

Ahora, a pocos días de la definición ciudadana entre Michelle Bachelet (45,95%) y Sebastián Piñera (25,41%), Núñez afirma que a nivel nacional tienen mucha más gente movilizada en torno a la campaña. Pero admite preocupación “por los millones de dólares que Piñera está lanzando a la calle”. Y advierte: “Hay un promedio de 32 avisos radiales diarios por emisora, ¡nadie había copado antes las más de mil radios del país!”.

¿Cuáles son los puntos fuertes en que se apoya la campaña de Michelle Bachelet?

“La Concertación tuvo un triunfo electoral claro y evidente en las parlamentarias. El triunfo del PS, con ocho senadores y quince diputados electos, demuestra que hay un importante crecimiento de las fuerzas progresistas de la Concertación. Esa es una primera base de apoyo. Si una persona votó por un hombre o una mujer progresista -del PS-PPD-PR o de la DC- es muy difícil que no mantenga ese voto.

En segundo lugar, noto más disposición en el mundo popular organizado, particularmente en los trabajadores. En las organizaciones sindicales tienen claro qué significa Michelle Bachelet en relación con Sebastián Piñera, aun cuando legítimamente hacen muchas críticas a la Concertación y al gobierno del presidente Lagos. Tanto la Fenats como la Anef, la CUT y las organizaciones sindicales más representativas saben lo que significa un gobierno de los empresarios, que limitaría tal vez por larguísimo tiempo un mejoramiento sustancial de las leyes laborales y la posibilidad de un futuro y una calidad de vida más digna para los trabajadores. En ese sentido tenemos muchas esperanzas en el trabajo realizado por el movimiento sindical, con todas las limitaciones que tiene.

La tercera base de apoyo son las mujeres. Por primera vez en la historia del país una persona de Izquierda -de Izquierda concertacionista, que tiene una connotación distinta en otros sectores- ganó entre las mujeres”.

Política y movilización social

Una cantidad importante de hombres del mundo popular votó por Lavín y es probable que ahora lo haga por Piñera. ¿Eso no merece una autocrítica de parte de la Concertación, y en particular del PS?

“Por cierto. Nuestra votación sigue siendo básicamente popular, de los trabajadores más organizados, de los sectores con mayor identificación con el proceso histórico que hemos vivido durante estos años. Pero hay un segmento muy poderoso del mundo popular que no está siendo penetrado ni por la Izquierda extraparlamentaria ni por nosotros”.

Sin embargo, ha habido un buen trabajo de la UDI.

“Así es. Y no me cabe duda que a través de la UDI puede haber un buen trabajo de RN. Eso explica que en muchas comunas populares de la Región Metropolitana hay alcaldes y alcaldesas de la UDI. Allí hemos tenido fallas graves, y los socialistas asumimos las nuestras. Recién logramos reconquistar San Miguel en la última elección municipal”.

¿Qué tipo de fallas, de políticas?

“Falta trabajo político con sentido de movilización social. Mientras la política siga enquistada en las instituciones no tendremos ninguna posibilidad de ordenar, organizar y orientar al pueblo. Ahora, ya consolidado un sistema institucional democrático, debemos ser capaces de convertir nuevamente los partidos de Izquierda en organizaciones de masas, en el mejor sentido de la palabra, no en los términos en que lo entendíamos hace 20 ó 30 años. No es cierto que la gente del mundo popular no quiera organizarse, lo que ocurre es que no tiene el anclaje ni la orientación necesaria para organizarse en forma adecuada”.

«Le creo a la DC»

En esta segunda vuelta será clave el rol de la DC y las opciones de sus militantes, aparte del apoyo explícito de su dirección a Michelle Bachelet. ¿Cómo ve esa situación?

“Estamos preocupados, pero hay tres hechos que hacen disminuir la preocupación. Primero, una franja marginal de electores, clásicamente democratacristianos, ya se volcó hacia partidos de derecha. Eso explica la derrota que tuvo la DC en varios distritos y circunscripciones. Segundo, le creo a la dirección de ese partido cuando señala que está al lado de Michelle. Puede que algunos se sientan más o menos lejos, más o menos cómodos, pero no veo una alternativa distinta para la dirección de la DC ni para los sectores disidentes. Tercero, la derecha cometió el grave error de pretender ser depositaria del llamado ‘humanismo cristiano’. Eso violentó a mucha gente poseedora de valores del humanismo cristiano -incluyendo laicos- y creó desconfianza hacia la derecha”.

Pero la DC no se jugó mucho en la campaña y después de la primera vuelta hubo comentarios controvertidos, como el de Patricio Aylwin. Y se sabe que el presidente de la DC, Adolfo Zaldívar, nunca ha sentido simpatía por Bachelet…

“Hubo varias expresiones muy poco felices, incluyendo la del ex presidente Aylwin. Y algunos dirigentes democratacristianos no le pusieron todo el empeño. Pero soy muy autocrítico: no todos los parlamentarios del PS, PPD y PRSD participaron en la campaña de Michelle Bachelet, porque muchos privilegiaron sus propias campañas. En nuestro partido, en algún instante y dado que teníamos la importante tarea de que nuestros candidatos tuvieran una buena campaña, dejamos de esforzarnos por Michelle. Por ejemplo, yo viajé mucho más acompañando a los candidatos socialistas de distintos lugares del país que para hacer campaña por Michelle. Imperceptiblemente fuimos poniendo en el centro la campaña parlamentaria y no la presidencial, creyendo que Michelle estaba por sobre el 50% de los votos. Puedo ser muy crítico con algunos democratacristianos, con nombre y apellido…”.

¿Quiénes, por ejemplo?

“Fuimos muy críticos cuando vimos que Soledad Alvear no aparecía en ningún cartel con Michelle, y Eduardo Frei tampoco. Posteriormente eso se corrigió. También hubo otros candidatos a senadores y diputados que tenían poca campaña con la candidata presidencial. Después nos dimos cuenta que esto había contagiado a nuestros propios candidatos y hubo radicales que no hicieron campaña con Michelle”.

Acelerado, pero sin prisa

Si gana Michelle Bachelet y hubiera un cuarto gobierno de la Concertación,¿qué cambios implicarían una superación de lo que han sido los otros gobiernos en términos sociales, en distribución del ingreso y espacio para el ejercicio de los derechos ciudadanos?

“Estoy convencido de que si no hacemos un gobierno con acento en los cambios -más que en la continuidad, porque de ésta tendremos bastante-, vamos a tener dificultades con un mundo político social que está esperando que la Concertación no sea un proceso de mera administración de la vida política y económica de Chile. La mayor parte de los chilenos espera que Bachelet inicie un nuevo ciclo en la historia del país y no sea un mero cuarto gobierno de la Concertación”.

¿Le parece que hay condiciones para eso?

“Creo que sí. Estoy bastante optimista, no solamente por Michelle -porque la conozco y sabemos de dónde viene y cuales son sus sensibilidades-, sino porque pienso que el país y nosotros mismos estamos maduros para dar un salto cualitativo. Ese salto es acentuar las transformaciones sociales de manera que avancemos lo que más podamos -de manera acelerada, pero sin prisa- en redistribución del ingreso, mayor igualdad, generación de más oportunidades para la gente.

Dar el salto cualitativo significa un cambio en los próximos cuatro años que implique que la generación actual -y la próxima, con mayor seguridad-, tenga posibilidades reales de acceder a una calidad de vida sustancialmente mejor. En salud, tenemos que volver al fondo solidario y generar condiciones para que al finalizar el gobierno estemos cerca de las 100 a 110 prestaciones gratuitas de patologías en el servicio público. En educación, debemos mejorar la calidad de la educación superior. En vivienda tenemos que desarrollar un concepto de mejoramiento que tenga que ver con el barrio y la comunidad, y no sólo con la satisfacción inmediata de las necesidades de los allegados.

Tengo la impresión que un cuarto gobierno de la Concertación puede no servir para nada en la historia de Chile. Pero un gobierno de la Concertación que inaugure un nuevo ciclo histórico para el país, sí sirve. Y eso va a depender de la voluntad política que tengamos los partidos que estamos detrás de la Concertación y de la capacidad de generar movimiento social en torno a las grandes medidas que el país quiere tomar. He señalado que no hay ninguna razón para que no hagamos un plebiscito en torno a la propuesta de cambiar el sistema electoral binominal. Sé que la Constitución Política determina que los plebiscitos no son vinculantes (obligatorios), ¿pero por qué no organizar un plebiscito con todas las organizaciones vivas de la sociedad, de Arica a Magallanes? Costaría bastante menos que lo que gastamos en una campaña a diputado”.

¿Cómo interpreta la decisión del PC y de algunos sectores de la Izquierda extraparlamentaria de votar por Michelle Bachelet en segunda vuelta?

“Sabemos que por sobre cualquiera otra consideración son sectores de gran significación en la vida política de Chile. Y ellos saben bien lo que significa un gobierno de derecha en este país, a diferencia de otros sectores de representación más juvenil de la Izquierda extraparlamentaria, que vivieron la etapa heroica de la lucha contra la dictadura, pero no el golpe de Estado. Por eso no me extrañó la determinación que tomó el PC, con dificultades internas que entiendo perfectamente. Soy el primero en reconocer que las críticas que hacen, en algunos casos, son bastante legítimas”

Renovación en América Latina

El presidente del PS, quien también es vicepresidente de la Copal y de la Internacional Socialista, piensa que con un eventual gobierno de Michelle Bachelet el país tendría “una inserción en América Latina más intensa que la que hemos tenido con el presidente Lagos”.

Y fundamenta: “Se dan las condiciones. A pesar de las dificultades que está teniendo Lula en Brasil, de las eventuales dificultades que pueda tener Kirchner en Argentina, de las enormes dificultades que va a tener Evo Morales para gobernar, del enorme desafío que significa un gobierno de Ollanta Humala en Perú, de los problemas que tiene el gobierno ecuatoriano para estabilizar el sistema democrático de ese país, de las presiones de Estados Unidos que seguirá sufriendo Venezuela por largo tiempo. A pesar de todo eso, tenemos un panorama bastante mejor que hace un tiempo, porque las fuerzas populares progresistas -estén o no en el gobierno- están cambiando el rostro del continente en un sentido muy positivo. Las Izquierdas se han reformulado, y quiero decirlo con palabras que muchas veces han molestado en Chile: se ha renovado la Izquierda en América Latina”.

¿Qué significa eso?
“Que un gobierno como el del Partido de los Trabajadores (PT), a pesar de las grandes dificultades que se le han presentado, ha tenido capacidad para manejar la principal economía de la región. Algo similar han hecho Kirchner, Lagos y Tabaré Vásquez. Son parte de una Izquierda que cada vez se hace más poderosa en América Latina, obviamente con diferencias. Evo Morales no es Ricardo Lagos. Y Hugo Chávez tampoco lo es. Pero todos forman parte de una nueva Izquierda. Estoy convencido que Evo Morales puede hacer la revolución que no pudo hacer el MNR en 1952. Chávez nada tiene que ver con Rómulo Betancourt, pero sí tiene mucho que ver con la historia transformadora democrática de Venezuela.
En ese sentido, ha surgido un nuevo momento en la vida política de América Latina. Eso me hace pensar que sería un gravísimo error que Chile no tuviera una inserción mayor