Como mencionamos en la última semana el planteamiento de “la alianza estratégica” de presidente electo Alan García a su homologo brasilero Ignacio Lula da Silva, en menos de una semana, ha comenzado a dar resultados. El primero de ellos provino especialmente desde el Sur a través del Canciller chileno Alejandro Foxley quién de inmediato como reacción a la visita y propuesta mencionada planteo la necesidad de una alianza también entre su país y el Perú, acompañada esta propuesta por la invitación de la presidenta chilena a visitar su país. Visita que se ha efectuado el jueves pasado. La segunda reacción provino de nuestra frontera Norte, es decir del Ecuador, también a través de su Canciller, esta vez desde Ginebra, quién manifestó que su país prevé el fortalecimiento de las relaciones entre nuestros dos países.

Estas dos declaraciones en sí demuestran no sólo el interés en que nuestras relaciones se fortalezcan sino que perciben que García iniciará su mandato con una nueva política exterior afianzada en la proyección del Perú en el campo internacional, basándose no solamente en declaraciones sino en acciones. Lo manifestado en su discurso al recibir sus credenciales como presidente electo del Perú apuntalando su tesis, de que convertirá a nuestra nación en el primer país puerto que facilite la interrelación económica entre la región sudamericana y el Asia, no hace sino confirmar su concepción de la “alianza estratégica con Brasil.

Ahora bien esto no tiene solamente su correlato en el plano de las relaciones internacionales, sino que aún más, tiene mayor significado en el mensaje y en las señales claras que está enviando a las inversiones privadas que son indispensables para poder lograr estos objetivos. Lo que esta manifestando García es el hecho de la importancia que le brinda a la competitividad que el Perú debe lograr para hacer interesante su proyección.

Esta competitividad tiene, por lo tanto, que venir acompañada de dos elementos vitales para que se presenten sus características, es decir, de una alta eficiencia y sobre todo de un gran nivel de eficacia. No se obtiene nada con solo eficiencia, pues se puede ser sumamente eficiente pero no ser eficaz, con lo cual no se lograrían los objetivos trazados. Lo interesante del planteamiento y del nuevo reto que está desarrollando el presidente electo es el de la creación de una nueva cultura política-económica diseñada en el concepto de mayor desarrollo acompañado de crecimiento sustentable, con lo cual se estaría también cumpliendo con el desarrollo y justicia social.

Evidentemente, que esta nueva cultura demandará un gran esfuerzo de difusión de sus alcances para que sea mejor comprendida en todos los niveles, (sobre todo dentro de los predios del mismo Partido Aprista) si tenemos en consideración que las personas normalmente son reacias aceptar los cambios en los parámetros existentes.